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El hijo y la subasta

Un hombre muy rico y su hijo tenían una gran pasión por las artes. Tenían de todo en su colección, desde Picasso hasta Miguel Ángel. Muy unidos, se sentaban juntos para admirar sus grandes obras.

Por una desgracia del destino, su hijo fue a la guerra. Fue muy valiente, pero murió en batalla cuando rescataba a otro soldado. El padre recibió la noticia y sufrió profundamente durante muchos años. La muerte de su único hijo lo sacudió de tal forma que perdió el placer por la vida.

Algunos meses después, alguien golpeó la puerta.

Era un joven con un gran cuadro bonito en las manos. Él le dijo al padre:

-Usted no me conoce, pero yo soy el soldado por el cual su hijo dio la vida. Él salvó muchas vidas además de la mía. Cuando me estaba salvando, una bala le atravesó el pecho y murió instantáneamente. Él hablaba mucho sobre usted y contaba cuánto amaba usted las pinturas que tenía en su casa.

El muchacho extendió los brazos y entregándole una pintura, le dijo:

-Yo sé que no es mucho, y que no soy un gran artista, pero sé que a su hijo le gustaría que recibiera este cuadro. El padre abrió el lienzo. Era un retrato de su hijo, pintado por el joven soldado. Él miró con profunda admiración la forma en la que el soldado había capturado la personalidad de su hijo en la pintura. Le agradeció al joven y le ofreció pagarle la pintura.

-¡No señor! Yo nunca podré pagar lo que su hijo hizo por mí. Esa pintura es un regalo.

El padre puso el cuadro frente a sus grandes obras de arte. Cada vez que alguien visitaba la casa, él mostraba con orgullo aquel cuadro pintado con la imagen de su hijo. El hombre murió algunos meses después y fue anunciada una subasta de todas sus obras de arte.

Mucha gente importante llegó al lugar el día marcado. Había mucha expectativa para comprar verdaderas obras de arte. Entre las piezas valiosas, estaba el retrato del hijo. El rematador golpeó su martillo para iniciar la subasta:

-Comenzamos la subasta con el retrato “EL HIJO”. ¿Quién hace la primera oferta? ¿Cuánto ofrecen por este cuadro?

Se realizó un gran silencio… Entonces, se escuchó un grito desde el fondo de la sala:

-¡Queremos ver las pinturas famosas: Van Gogh, Picasso!

El rematador insistió:

-¿Alguien ofrece algo por esta pintura? ¿$100? ¿$200? Después de mucha insistencia, una voz dijo:

-Yo doy $10 por la pintura. Era el viejo jardinero de la casa. Siendo un hombre muy pobre, ese era el único dinero que podía ofrecer.

-¡Tenemos $10! ¿Quién da $20? – Gritó el rematador.

Nadie dijo nada. Entonces, el rematador golpeó el martillo:

-A la una, a las dos. ¡Vendida por $10!

Y un hombre al fondo dijo:

-¡Ahora vamos a comenzar el remate con las piezas valiosas!

El rematador soltó el martillo y dijo:

-Lo siento mucho, damas y caballeros, pero el remate llegó a su fin.

-Pero, ¿y las pinturas? – Preguntaron los interesados.

-Lo siento mucho – dijo el rematador – cuando me llamaron para realizar la subasta, había un secreto estipulado en el testamento del antiguo dueño. Solamente la pintura “EL HIJO” sería subastada. El que la comprase heredaría absolutamente todas las posesiones de este hombre, incluyendo sus famosas pinturas. El hombre que compró “EL HIJO” se queda con todo.

RESUMIENDO:

Aquel que tiene al Hijo de Dios tiene la vida eterna y todo lo que ella contiene; aquel que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Vivirá la eternidad en el Lago de fuego y azufre empaquetado con el diablo, los demonios, la muerte, el infierno, la Bestia y el Falso Profeta.

1 Juan 5:12; Apocalipsis 20:10, 14 y 15.

Quien cree, amén. Quien no cree, paciencia.