thumb do blog Renato Cardoso
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LA FE QUE JESÚS ELOGIÓ

Existe una manera de tener la fe inteligente y, a través de la historia de un nombre mencionado en la Biblia, usted descubrirá cómo

La fe de un hombre fue elogiada por Jesús, como una fe grande, pura e intensa, una que nunca se había encontrado en Israel. Este hombre era un soldado, un centurión. No era judío, sino romano. Un hombre que para expresar esa fe usó su inteligencia.

El hombre servía a Roma y escuchó hablar de Jesús, mientras tenía que mantener la paz en un momento crítico de la historia de Israel, que estaba bajo el dominio de Roma. Los soldados se aseguraban de que todos le pagaran los impuestos al César y de que no hubiera disturbios. Entonces, este soldado romano, debiendo mantener la paz pública, escuchaba hablar de Jesús, de que reunía multitudes (una especie de movimiento que tal vez le generaría problemas). Pero, al escuchar hablar de Jesús, fue lo suficientemente inteligente para sopesar todo lo que escuchó y vio.

Un día, uno de sus siervos se enfermó y estuvo cerca de la muerte, entonces, él se acercó a sus amigos para pedir la ayuda del Señor Jesús, quien Se comprometió a ir a la casa del centurión para curar a su siervo. Sin embargo, en el medio del camino, el centurión le envió un recado diciendo: «… Señor, no Te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo…», Lucas 7:6. Es decir, seguramente, el soldado sentía culpa por lo que había hecho por Roma, para mantener el orden. Él sentía el peso de la culpa. Esa actitud es rara, generalmente, usted encuentra personas que se creen en el derecho de algo. El centurión ya tenía eso a su favor, la humildad.

«Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a este: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús Se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que Le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe.» Lucas 7:8-9

El siervo fue curado. En otras palabras, aquel hombre manifestó una fe elogiable, porque entendió el poder de la Palabra de alguien con autoridad. Él era soldado y conocía el poder de una orden, sabía que, cuando una autoridad era real y respetada, su palabra valía algo. Con este razonamiento de fe, el soldado trató la Palabra de Dios con respeto. Lo que Dios dice es ley. Mucho más que las autoridades de este mundo, Dios es la autoridad suprema. Cuando una persona escucha la palabra del jefe o del médico, la toma en cuenta, en cambio, con la Palabra de Dios quiere discutir.

Preste atención: Dios es Palabra y el que Lo desea debe creer. Quien cree se somete. Si está escrito, hay que obedecer.

Antiguamente, las personas hacían contratos solo de palabra. Llegaban a un acuerdo, se estrechaban las manos y el negocio estaba hecho. Tenían la palabra del otro y hacían hasta lo imposible para cumplir con su palabra. Lamentablemente, esos días se han ido. Hoy, incluso con un contrato las personas no cumplen su palabra. Pero el que es de Dios valora la palabra, es de palabra y sabe que Dios es Palabra.

Reflexione sobre este mensaje por medio del siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso