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CUANDO SE SIENTA DÉBIL Y CON MIEDO (SALMO 91)

Usted puede rodearse de seguridad, pero la confianza total debe estar en Dios, porque Él es su refugio y su fortaleza

«Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío.» Salmos 91:2

David fue un hombre de guerra. Durante años, tuvo que huir y esconderse en cavernas y desiertos. Tuvo que especializarse en encontrar un refugio para resguardarse de sus enemigos. En este salmo estaba diciendo: «Por más que tenga la habilidad de encontrar un lugar seguro y tenga soldados para protegerme, el Señor es mi refugio y fortaleza».

Esto revela una profunda comunión entre David y Dios, y hoy nos muestra algo importante, porque las personas buscan refugio en muchas cosas. Por ejemplo, buscan esconderse en las amistades. Ya hablé con personas que me contaron que, el fin de semana, cuidaban su apariencia y arreglaban con amigos para ir a fiestas, bebían, sonreían, pero, más tarde, todo era una fachada, una manera de esconder su tristeza.

Actualmente, las personas se refugian en las redes sociales, en los filtros y en la vida virtual. Mientras están en el jueguito, no tienen que pensar en sus problemas, por lo menos, al estar online, ganan algo, porque en la vida están derrotadas. Es decir, se refugian en esas cosas para no enfrentar la realidad.

Cuando nos refugiamos en Dios, todo nuestro miedo es cuidado por Él. Es natural que usted tema que algo malo le suceda, por eso, debe estar refugiado en Dios; quien dice: «No temas. Yo estoy contigo». No busque refugio en amuletos, signos y estrellas. Los ídolos de palo y piedra, los gurús de este mundo, no son nuestro refugio.

¿Quién nunca se sintió débil? ¿Quién nunca se sintió impotente delante del pecado? ¿Quién nunca se sintió más pequeño que una hormiga? Pero «el Señor es mi fortaleza». Dios es incapaz de fallar. Todo lo que el dinero no puede ofrecer, Él puede. Haga sus planes, pero no confíe en la fuerza de su brazo. Cúrvese delante de Dios. No tenga vergüenza de doblar sus rodillas, poner su rostro en el piso y decir: «Dios mío, ayúdame. ¿Qué debo hacer?».

Piense al respecto.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso