SUMÉRJASE CONMIGO EN EL SALMO 91
Todas las promesas del salmo 91 son para los que habitan al abrigo del Altísimo. ¡La decisión es totalmente suya!
Quiero invitarlo a sumergirse conmigo en el salmo 91; no solo a mojarse el dedo del pie, sino a sumergirse realmente. Porque la mayoría de las personas, a pesar de conocer bien este salmo, nunca se sumergió en las entre líneas, en su significado.
El salmo 91 es tradicionalmente conocido como un salmo escrito por David; algunos dicen que fue Moisés, pero es más probable que haya sido David. Este salmo, también es conocido como el «salmo del soldado», porque, antiguamente, en las grandes guerras, los soldados tenían la costumbre de llevar una copia de este salmo en el bolsillo y lo recitaban de memoria. Porque es un Salmo de seguridad, que enaltece el poder de Dios y la garantía de los que están bajo el abrigo del Altísimo.
Hay tres voces que hablan en este salmo, comenzando por la voz del salmista: «El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente», Salmos 91:1.
El primer verbo es «habitar». Vea que el resto del salmo depende de este verbo. De nada sirve que recite las promesas sin observar la condición para que esas promesas se cumplan, que es «habitar». Muchas personas cometen este error: el que tiene un conocimiento raso de las Escrituras y una frágil relación con Dios tiende a enfocarse en las promesas, en las partes «buenas» de la Biblia. Sin embargo, no hay ningún fragmento de la Biblia que esté fuera de contexto. La Biblia es una sola cosa.
Las personas no se preguntan: «¿A quién le sucederá eso? ¿Cuál es la condición para eso?». Lo mismo sucede con el salmo 23. El énfasis está en «nada me faltará», pero las personas se olvidan de que la condición es que el Señor sea su Pastor. Usted debe ser oveja de Él y, por lo tanto, debe escuchar Su voz y estar en Su rebaño. De lo contrario, ¿de qué sirve recitar este salmo?
«Habitar al abrigo del Altísimo» es; aunque esté o en peligro no, aunque esté en buenos o malos momentos, tomar la decisión de habitar en la presencia de Dios, es decir, con Él. Cuando se muda de ciudad, usted no toma esa decisión con liviandad, piensa en todo antes, porque es allí donde vivirá todos los días. Entonces, elige el mejor lugar, y esto implica dejar el lugar que habita actualmente.
Nadie nace habitando al abrigo del Altísimo. Muchas personas llegaron a la iglesia siendo niños y dijeron: «No quiero saber más nada con la iglesia. Es muy tedioso. Quiero saber cómo es allí afuera». De esta manera, las personas asocian la iglesia con una prisión. Usted, que tiene hijos, sabe de lo que hablo. No importa cuántas veces se los diga, no le prestarán atención, querrán ir al descampado del príncipe de las tinieblas (y de allí, muchos no regresan).
Conclusión: todas las promesas del salmo 91 son para los que tomaron la decisión de habitar al abrigo del Altísimo. Dios es mi familia, mi amigo, mi protector, mi suplidor; yo tengo todo lo que necesito. No hay vida fuera del abrigo del Altísimo.
Vea el mensaje completo en el siguiente video.