HUYA AHORA, ¡DESCUBRIERON TODO!
El abandono y el cambio de comportamiento lo impulsan hacia el perdón y la transformación de vida, además de todo, ¡a tener paz!
Hay un texto en las Sagradas Escrituras del rey David, el Salmo 51, que trata sobre el arrepentimiento de David con respecto al pecado que cometió con Betsabé.
Comienza orando: «Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis transgresiones, mi pecado está siempre delante de mí», Salmos 51:1-3. Esta es la condición de la persona que pecó y nunca resolvió su pecado con el arrepentimiento. Es decir, pecó y encubrió el pecado. Cuando digo «resolver el problema del pecado» es de la única manera: el arrepentimiento sincero ante Dios y el abandono de ese pecado. Porque, cuando la persona nunca resuelve el pecado a través del arrepentimiento, lleva el pecado en su interior. De esta manera, la vida de muchas personas es pesada, porque cargan con las culpas.
El rey David describió con gran detalle cómo se enfermó a causa de sus pecados. Las personas se deprimen, comienzan a despreciarse, ellas mismas no pueden aceptar lo que hicieron. Intentan huir por un tiempo del pecado poniendo actividades en su vida. Intentan huir de ellas mismas.
Dios ha puesto en nosotros una conciencia e instituyó «leyes naturales». Independientemente del país en el que la persona viva y de su cultura, hay leyes que son inherentes al ser humano y que dictan ciertas cosas que son incorrectas. Todos saben que está mal matar, traicionar. Y de estas leyes no se puede escapar, por más que las personas intenten normalizar lo incorrecto. La Ley de Dios siempre estará en la conciencia de alguien y le mostrará el pecado. No se puede huir del pecado.
Entonces, ¿cuál es la solución para el pecado? La Palabra de Dios nos presenta el arrepentimiento. No es remordimiento (que solo es un sentimiento que no cambia a la persona). El arrepentimiento es una decisión, seguida de la confesión del error a quien corresponda (si su pecado le causó daño a alguien, usted le debe una confesión a esa persona), implica abandonar el error y cambiar de comportamiento.
Cuando una persona se arrepiente, Dios resuelve el problema del pecado a través de su perdón. De esta manera, Él quita el pecado de la persona y esta queda libre, deja de tener miedo.
Si usted cargó con el peso del pecado, si no tiene paz, no duerme bien, si le tiene miedo a la muerte a causa del pecado, deje de ser rehén. Enfrente el pecado con un arrepentimiento sincero. Y nunca más tendrá miedo ni huirá.
Vea el mensaje completo en el siguiente video.