thumb do blog Renato Cardoso
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SI VUELVE A HABLAR DE «EMPATÍA», ¡NO RESPONDO DE MÍ!

El Evangelio divide a las personas en dos grupos: los que solo observan desde lejos y los que pagan el precio por su fe. ¿En qué grupo está usted?

El libro Hechos de los Apóstoles relata que, después de que el Espíritu Santo descendiera sobre los apóstoles el día de Pentecostés, estos comenzaron a realizar muchos milagros

Pero el Texto dice que, aunque muchos comenzaron a creer en el Señor Jesús, había otro grupo que, aunque le gustaba todo lo que veía y escuchaba, no tomaba una decisión, no asumía una posición de fe.

Puede leer al respecto en Hechos 5:

«Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios entre el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos; sin embargo, el pueblo los tenía en gran estima.» Hechos 5:12-13

Vea que, como siempre ha sucedido, el Evangelio divide a las personas entre los que creen y los que no creen. Así, la predicación de los apóstoles llevaba a muchos a convertirse y a unirse a la multitud de los creyentes. Entonces, la iglesia comenzó a crecer muy rápidamente debido a lo que las personas escuchaban y veían.

Sin embargo, había otra multitud que no se atrevía a unirse a ellos por miedo a sufrir alguna persecución, ya que todo este movimiento era una amenaza para la religión judía y también para los romanos, que dominaban la región en ese momento. Entonces, convertirse en cristiano significaba automáticamente enfrentar a los dos mayores enemigos de su vida.

Hoy en día, ser evangélico se ha vuelto una moda, pero, en ese momento, los que se convertían pagaban un precio muy alto, porque se convertían en leprosos sociales, eran excluidos de la sociedad.

Entonces, aunque el pueblo tenía a los apóstoles en gran estima, no se convertían, porque no querían pasar por todo el sufrimiento que enfrentaban los cristianos.

Y hoy no es diferente. ¿Cuántas personas siguen el trabajo de los verdaderos discípulos del Señor Jesús y los admiran? Quizás usted sea un admirador, le gusta escuchar las prédicas, escuchar la Palabra, nos tiene en gran estima, pero no se involucra, no se convierte, no asume su fe, porque asumirlo le costaría mucho.

Y enseguida piensas: «¿Qué pensarán las personas? ¿Yo que tanto critiqué, que hice tantas bromas sobre los creyentes, ahora me convertiré? Es mejor dejar las cosas como están».

Pero preste atención: Ser un admirador del trabajo que hacemos no resuelve su vida. En el Cielo no entrarán personas que tenían en gran estima a los cristianos. Solo entrarán los cristianos. Entonces, no sirve de nada que nos admire. Debe tomar una actitud, que es asumir su fe en el Señor Jesús, cambiar su vida a lo que esa fe le exige que cambie y pagar el precio de que las personas quizás lo critiquen.

La Salvación es gratuita, pero la fe que la obtiene de forma gratuita tiene un costo. Los cristianos de la iglesia primitiva pagaron un precio muy alto por esta Salvación gratuita.

Hoy en día, la palabra de moda es «empatía». Sin embargo, la Biblia no nos enseña a tener empatía, sino que va más allá, nos enseña a tener compasión, que es hacer algo por la persona que está sufriendo. La compasión mueve a las personas, la empatía solo hace que se sientan bien.

La fe necesita actitud. Las personas que realmente se convertían, en la época de la iglesia primitiva, sabían el precio que debían pagar y estaban listas. Pero otras, aunque las admiraban, permanecían lejos.

La pregunta es: ¿En qué grupo está usted?

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso