EL ÉXITO es el DESTINO de los DISCIPLINADOS
Difícilmente, el éxito resiste a la disciplina. Y Dios, junto con ella, lo conduce por el camino correcto
Difícilmente, el éxito resiste a la disciplina, porque este es el destino de los disciplinados.
Cuando hablamos de disciplina, hablamos de algo que es beneficioso, repetitivo, que se hace teniendo ganas o no.
Y, así como el desorden y la rebelión están relacionados con el diablo, la disciplina está relacionada con Dios. Y es curioso que, aun ocasionando el caos, el diablo tiene que organizarse. Cuando usted entiende esto, comienza a trabajar para ser una persona disciplinada, para repetir algo como hábito diario y/o semanal. Debe incorporar esto en su vida, cambiarla por medio de la disciplina.
El Señor Jesús nos enseñó sobre las vanas repeticiones: «Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos», Mateo 6:7. Él estaba hablando de ese hábito que muchos religiosos tienen de repetir rezos. La persona piensa que puede tomar una oración hecha por otra persona y que, al repetirla, le traerá beneficios para sí misma. Jesús estaba enseñando que Dios no quiere este tipo de oración, Él quiere una oración sincera, personal, que salga del corazón del que está orando.
«No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros Le pidáis», Mateo 6:8. Es decir, no trate de impresionar a Dios con la cantidad de oraciones o la duración.
Luego, el Señor Jesús nos enseñó la oración del Padre Nuestro. Y no era para que la repitiéramos diez veces al día. Se trataba de un modelo para nosotros.
«Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los Cielos, santificado sea Tu nombre», Mateo 6:9. Yo debo saber que tengo un Padre en los Cielos y que no debo usar Su nombre de cualquier manera.
«Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el Cielo, así también en la Tierra», Mateo 6:10. Aquí encontramos la disciplina, porque Dios es Rey y Él tiene súbditos; y en un reino también hay disciplina. Él está enseñando que el secreto de una vida bendecida es renunciar a la propia voluntad para hacer la voluntad de Dios.
«El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy», Mateo 6:11. Es la disciplina de «hoy», de lidiar con cada día, «… Basta a cada día su propio mal». El ayer ya pasó y el mañana aún no llegó. ¿Qué podemos hacer en este momento? Las preocupaciones o las ansiedades son desperdicios de energía.
«Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores», Mateo 6:12. Es la disciplina con relación a quien lo lastima. «Al final del día, antes de que el sol se ponga, debo resolver mi ira, mi rencor. No arrastraré eso al día siguiente». Esto trae paz.
Podríamos seguir hablando sobre combatir las tentaciones y otros puntos, pero repito: el éxito no resiste a la disciplina. Tal vez, usted aún no la puso en práctica.
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