Muchas veces, cuando nuestro camino se bloquea (nuestro plan no avanza), pensamos que ese bloqueo es del mal, es algo negativo, porque a nadie le gusta que sus planes sean frustrados. Sin embargo, ¿alguna vez pensó que a veces es Dios quien puede estar bloqueando sus planes?

Cierta vez, algo parecido le sucedió al apóstol Pablo: «Pasaron por la región de Frigia y Galacia, habiendo sido impedidos por el Espíritu Santo de hablar la Palabra en Asia, y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió. Y pasando por Misia, descendieron a Troas», Hechos 16:6-8.

Es decir, en dos ocasiones, Pablo y sus compañeros intentaron ir a un determinado lugar y el Espíritu Santo los detuvo. Más tarde, Pablo logró predicar en Asia, pero no en ese momento. Poco después, el Espíritu Santo guio a Pablo hacia otro lugar, Macedonia.

Pablo no se estaba embarcando en un proyecto personal, él estaba anunciando la Palabra de Dios, pero el Espíritu Santo no permitió que Pablo predicara en ese momento y lugar. La Biblia no explica por qué. Pablo enfrentaba muchos peligros en sus viajes, pudo haber sido un libramiento o tal vez las circunstancias aún no eran las adecuadas. El texto también indica que había otra prioridad: Macedonia.

Lo que podemos aprender es que Pablo y sus compañeros tenían sus vidas bajo el control de Dios, y el Espíritu Santo los guio conforme a Su voluntad. Aunque su plan se frustró, el plan de Dios funcionó.

Muchas veces tenemos planes dignos, nada pecaminoso, pero, aun así, debemos entender que hay un tiempo para todo, y lo que queremos no es para ahora. Para Dios, el pasado, el presente y el futuro están ante Sus ojos. Nosotros estamos sujetos al tiempo, pero Dios lo ve todo al mismo tiempo, como un cuadro en la pared. Entonces, Dios sabe si lo que vamos a hacer hoy será bueno o no.

Usted debe asegurarse de que su vida sea guiada por el Espíritu Santo. ¿Y cómo hacerlo? Debe darle a Él la última palabra, debe hacer todo según la voluntad de Dios y vivir eso de verdad. Todo lo que planee en su interior, será si Dios quiere: «Señor, esto es lo que planeo, pero que sea hecha Tu voluntad».

Cuando sufrimos una pérdida, nos sentimos frustrados, especialmente cuando sufrimos un revés y todos lo saben: «Él perdió todo. Lo que dijo que haría no lo hizo», se vuelve algo público y duele, porque incluso puede hacernos perder la reputación. Si esto le sucede, diga: «Señor, que sea hecha Tu Voluntad», y pregunte: «Si no era esto, entonces, ¿qué es?». Someta su voluntad a la de Dios, porque el Espíritu Santo nunca lo guiará a un mal destino. Si Él no lo permitió, puede estar seguro de que fue para bien.

Pero recuerde: Él solo hace esto por los que Lo tienen como el director de sus vidas. Si usted decide ignorar la voz del Espíritu Santo, Él no lo detendrá, pero luego no se queje si todo sale mal.
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