¿EN QUIÉN DEBEN ENFOCARSE SUS OJOS?
Su principal referencia siempre debe ser Dios. No aparte su mirada de Él para enfocarse o aferrarse a los hombres
Muchas personas son engañadas por no saber distinguir entre el verdadero hombre de Dios y los religiosos, ya que ambos hablan de la Biblia. Muchas veces el religioso habla mejor que el hombre de Dios, pero no tiene espíritu, no tiene vida, porque, aunque la Palabra es la Verdad, él no la vive.
Además, la persona que no es de Dios siempre busca su propio beneficio y no el de las almas. Sin embargo, el pastor que realmente se preocupa por su alma nunca hará que usted dependa de él, sino de Dios.
El verdadero hombre de Dios no hace que el miembro de la iglesia dependa de él ni que le esté agradecido, sino que dependa de Dios y sea grato a Dios.
Así como el apóstol Pedro le enseñó a la Iglesia Primitiva:
«Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas». 1 Pedro 2:25
Es decir, Pedro enseñaba que el Pastor y Obispo de las almas es Jesús. Esto es lo que hace el hombre de Dios, enseña a mirar y a aferrarse solo a Jesús.
Claro que, humanamente hablando, usted puede estar muy agradecido con quien lo atendió, con quien lo ayudó cuando llegó a la iglesia, pero entienda que fue salvo por la Palabra de Dios en la boca de Su siervo y por su fe en esa Palabra. Nosotros solo fuimos instrumentos.
¡Ay de los que se atrevan a tocar la gloria de Dios para sacar alguna ventaja por el hecho de haber sido usados por Él!
Si usted fue sanado, salvo, liberado o recibió un milagro, entienda que no hay forma de recompensar al pastor, al obispo ni a Dios por eso. Solo hay una cosa que puede hacer para agradecer: entregarle su vida a Él y serle fiel.
«Yo soy el Señor, ese es Mi nombre; Mi gloria a otro no daré, ni Mi alabanza a imágenes talladas». Isaías 42:8
En su oración, el rey David pregunta:
«¿Qué daré al Señor por todos Sus beneficios para conmigo?». Salmos 116:12
Inspirado por el Espíritu Santo, él mismo responde:
«Alzaré la copa de la Salvación, e invocaré el nombre del Señor». Salmos 116:13
Tomar la copa de la Salvación es permanecer fiel hasta el final; así es como usted puede agradecerle al Señor Jesús y a nadie más. Entienda esto, para no apegarse a ningún hombre.
En su carta a los corintios, Pablo revela que enfrentó este problema con los cristianos de esa iglesia cuando comenzaron a formar grupos, en los que algunos se identificaban más con Pablo, otros con Pedro y otros con Apolos. Entonces, Pablo les escribió, diciendo:
«Porque cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois simplemente hombres? ¿Qué es, pues, Apolos? Y ¿qué es Pablo? Servidores mediante los cuales vosotros habéis creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento».
1 Corintios 3:4-7
En otras palabras, no son ni de Pablo, ni de Pedro, ni de Apolos, ¡ustedes son de Jesús!
Es inmadurez en la fe pensar que fue el pastor quien lo ayudó, o querer asistir solo a la reunión de un pastor u obispo en particular. Esto muestra que a usted le importa más el mensajero que el mensaje. Así son los niños, pero la persona adulta en la fe se preocupa por el mensaje, porque lo importante es la Palabra, el Pastor y Obispo de su alma, Jesús.
«Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persevera en estas cosas, porque haciéndolo asegurarás la Salvación tanto para ti mismo como para los que te escuchan». 1 Timoteo 4:16
Tenga esta madurez, aférrese al Señor Jesús, enfóquese solo en Él, porque en Él no verá defectos ni fallas.
Vea el mensaje completo en el siguiente video.