La Presencia de Dios
Una de las cosas de las que las personas necesitan concientizarse es que de entre todas las necesidades que traemos a los pies de Jesús, como bendiciones económicas, familiares, sentimentales, profesionales, etc., fundamentales para vivir bien aquí en este mundo, la que más Él espera de nosotros es la necesidad de Su presencia en nuestra vida.
Moisés tenía esa conciencia. Él suplicó insistentemente la presencia de Dios, no aceptó seguir solamente con los ángeles; él quería al Propio Altísimo caminando con él en su dura misión de llevar a aquel pueblo por el desierto rumbo a la tierra prometida.
Y Él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés respondió: Si Tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí. Éxodo 33:14-15
La persona solo recibe el Espíritu Santo cuando descubre que ninguna necesidad de su vida supera la de recibirlo. La presencia de Dios es más importante que el aire que respiramos, pues cuando este falte un día y venga el fin de nuestra vida, con la presencia del Espíritu de Dios estaremos salvos. Sin embargo, si falta el aire en nuestras narices sin la presencia del Altísimo en nosotros, estaremos perdidos por toda la eternidad.
Jesús, nuestro Señor, sudó gotas de sangre y llegó a pedir, si fuera posible, que pasara de Él aquel cáliz de pasar algunas horas distante de la presencia del Padre en la cruz.
Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú. Mateo 26:39
Moisés deseó ir al extremo de pedir ver la gloria de Dios. Podría haber pedido comida para el pueblo, o acortar su caminata por el desierto, pero él quiso ver Su gloria.
… Te ruego que me muestres Tu gloria. Y Él respondió: Yo haré pasar toda Mi bondad delante de ti… Éxodo 33:18-19
¡Qué cosa fuerte!
Pienso que toda la bondad de Dios pasa por nosotros a través del bautismo de Su Santo Espíritu. Hemos visto a muchos cristianos de fachada, de papel, de carnet hecho por la secretaria de su iglesia, pero pocos reflejando la gloria de Dios en Su rostro, pues están sin brillo, apagados debido a la falta de presencia de Dios en sus vidas. Tal vez, incluso un día la tuvieron, pero la perdieron a causa de alguna razón desconocida por nosotros.
Pero aún hay tiempo de humillarse, de arrepentirse de sus pecados y buscar, como Moisés buscó la presencia de Dios.
… y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón. Jeremías 29:13
¡Dios los bendiga!