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Anticristo

Si por la fe se conquista, por la duda se pierde. Es una ley fija de la naturaleza.

Al crear la Tierra, Dios estableció leyes que regirían su vida, leyes que ni Él mismo podía quebrar, porque Su Palabra no vuelve atrás. Por ejemplo, la cruza de dos animales genera otros de forma natural. Lo mismo se da en relación a los seres humanos. Que cohabiten genera, naturalmente, otros seres humanos. Eso sigue la ley de la naturaleza.

Esa costumbre de decir que “Dios me dio un hijo”, no tiene absolutamente nada que ver. Un niño es generado porque hubo una relación sexual entre sus padres. Es lo mismo que plantar una semilla y cosechar sus frutos. No hay misterios en eso, ni interferencia Divina. El fruto no nacería si alguien no hubiera plantado la semilla.

Si una persona cae de una altura elevada, por la ley de gravedad, muere. ¿Fue Dios quien le quitó la vida? No. Ella murió porque estaba sujeta a la ley de gravedad. Si la persona se prostituye, está expuesta a enfermedades venéreas y al embarazo. Eso sigue la ley “…Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”, (Gálatas 6:7).

Parece que los evangélicos desconocen o, por lo menos, omiten esa ley inmutable de la naturaleza creada por Dios.

Si el nacimiento de una criatura dependiera de la voluntad de Dios, ¿cómo explicaríamos a los nacidos con malformaciones o los niños nacidos en familias sin la menor condición de criarlos, expuestas al abandono y los malos tratos? ¿Qué clase de Padre sería Él?

El único ser humano engendrado por Dios fue el Señor Jesús, en el vientre de María, y eso sucedió por el propósito Divino de salvar al mundo. No hubo, no hay ni habrá otra intervención Divina en la ley fija de la naturaleza que rige la concepción y gestación de un bebé.

Un bebé no deseado o nacido en una familia desestructurada es futo única y exclusivamente de la irresponsabilidad humana, no de la voluntad de Dios.

Creer que Dios sea el promotor de toda gestación humana es admitir que de Él también nacerá el anticristo.