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Arras del Espíritu

Colocar un patrimonio como garantía del pago ha sido una práctica común en las sociedades. Ya sucedía en la época de Pablo que, dirigido por el Espíritu Santo, aprovechó esa costumbre para concientizar a los cristianos, en Éfeso, sobre su futuro prometedor y eterno.

“… habiendo oído la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en Él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, El cual es el arras de nuestra herencia, al rescate de Su propiedad, para alabanza de Su gloria.” Efesios 1:13-14

En un lenguaje más simple podemos leer:
…después de haber oído el mensaje del Evangelio ustedes creyeron en el Señor Jesús, fueron salvos y sellados con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Sello de Garantía de nuestra salvación hasta el día del Rescate de Su propiedad para alabanza de Su gloria.

Claro que el texto no habla al respecto de los cristianos piratas o carnales. Sino apenas de los nacidos del Espíritu.

Es extremadamente glorioso vivir en la fe de que el sacrificio de la voluntad de la carne, a causa del Señor Jesús, tiene esa compensación inmediata.

No vimos a Jesús, no Lo sentimos, no Lo tocamos, no vimos los Cielos, ni los ángeles, nada…
Todo lo que poseemos de garantía del eterno es una convicción íntima.

Este tipo de certeza ya fue profetizada por Jesús, cuando dijo: “Porque Me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.” Juan 20:29

Por lo tanto, como Tesoro Especial de Dios, los nacidos del Espíritu tienen Ese Sello de Garantía. Mientras que estén prestados en este mundo para Su servicio de ganar a otros, ellos tienen el Espíritu Santo de la Promesa que testifica en su espíritu el rescate en la vuelta del Señor Jesús.
Son propiedades de Su gloria.