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Corazón contrito

blog10-01-10

El mundo evalúa a las personas por lo que tienen. Dinero, poder político, belleza, fuerza, coraje, conocimientos generales, inteligencia y cosas así. Solamente el exterior.

Pero Dios ve a las personas por lo que son. Su interior: el corazón.

Ha sido un gran error pensar que los pecados impiden la acción del Espíritu de Dios. Si así fuera, Jesús no hubiera hecho tantos milagros en medio del pueblo. En verdad, el villano que ha detenido la obra de Dios es la hipocresía. El hipócrita no tiene humildad para reconocer sus errores. Por eso, además de mantenerse lejos de Dios, les cobra a los demás la pureza que no tiene.

Por otro lado, la Biblia relata magníficos ejemplos de personas cubiertas de pecados y que alcanzaron la compasión Divina sólo por un acto de humildad sincera.

Acab fue uno de los peores reyes de Israel. Instigado por Jezabel, su mujer, hizo grandes abominaciones contra el Señor, siguiendo a los ídolos. Pero cuando Elías profetizó el mal que vendría sobre su casa, inmediatamente, él se humilló delante del Señor. Rasgó sus vestiduras, se cubrió de cilicio y ayunó. Y, como si no fuera suficiente, durmió en bolsas y anduvo cabizbajo.

Su actitud de fe práctica conmovió el corazón de Dios. Y la respuesta vino luego. Dijo el Señor a Elías:

“¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días” (1 Reyes 21:17-29)