El Poder de la Palabra
Una palabra, un pensamiento, una idea…
En el Derecho Penal hay una frase que dice: todo lo que hablamos podrá ser usado, en juicio, contra nosotros. También el Señor advierte: “No dejes que tu boca te haga pecar…” Eclesiastés 5:6
El hecho es que hay espíritu en cada palabra, tanto para el bien como para el mal.
Depende de qué y quien habla. Depende también de quien oye y recibe.
Mi querido lector, hay poder en sus palabras.
Tal vez usted no se da cuenta de eso. Tal vez porque usted se crea tan insignificante que sus palabras no tienen efecto. Si fuera eso, entonces usted está muy engañado.
La fe se materializa en las palabras confesadas. Si hay confesión de derrota, entonces el fracaso será inevitable. Pero si hay confesión de victoria, entonces aguarde, porque tarde o temprano ella sucederá.
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Romanos 10:9
Esto es tan fuerte, tan fuerte, que el apóstol Santiago, dirigido por el Espíritu Santo, enseña:
“…la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.
¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” Santiago 3:5-11