thumb do blog Blog Obispo Macedo
thumb do blog Blog Obispo Macedo

La historia de Gedeón – parte 24

El tropiezo

Imagem de capa - La historia de Gedeón – parte 24

El tropiezo (Jueces 8:24-27)

Aprovechando toda esa reverencia que el pueblo le dedica, Gedeón tiene una idea insensata. Quien no les había prestado atención a las señales de que él venía oyendo al diablo, puede pensar que esa idea vino de la nada, pero ya vimos que, desde que terminó la batalla, él viene cayendo en la tentación de la vanidad y del orgullo.

Él, entonces, pide que esos hombres le den oro. Ellos se lo dan, de buen grado, porque ya estaban totalmente entregados a él, queriendo que él fuera su rey. Entonces, le traen una cantidad enorme de oro y cosas preciosas… “Con ellos Gedeón hizo un efod, que expuso en Ofra, su ciudad. Y todo Israel se prostituyó tras ese efod en aquel lugar, y sirvió de tropiezo a Gedeón y a su familia”.

Vamos a entender lo que sucedió aquí. Gedeón pide una ofrenda para sí, el pueblo le da la ofrenda, él coloca el efod en su ciudad, en honra propia… y el pueblo adora al efod. O sea, ¡Gedeón toma el lugar de baal en la ciudad! ¿Cómo alguien que recibió el Espíritu Santo puede llegar al absurdo de permitirse convertirse en punto de idolatría?

Lamentablemente, eso no solo es posible, sino también común. El diablo siempre tentará con la vanidad y el orgullo a quien fue puesto en un lugar de destaque. A fin de cuentas, él un día fue un ángel que estuvo en un lugar de destaque y, por permitirse llenarse de vanidad y orgullo, terminó cayendo en pecado. Él quiere repetir su historia en todos los que son escogidos por Dios para algo, para mostrarle a Dios que cualquiera en su lugar haría lo mismo.

Pero la Biblia tiene historias de hombres de gran responsabilidad, como Abraham, Israel, José, Daniel y Noé, que no cayeron en esa tentación. También hay historias de algunos, como Moisés y David, que incluso cayeron durante un momento, pero enseguida se arrepintieron y se arreglaron. Entonces, el argumento del diablo es incorrecto. Pero él sigue intentándolo. Y el Espíritu Santo no obliga a nadie a hacer lo correcto. Él instruye, orienta, guía, pero, si la persona quiere hacer lo malo, lo hará, incluso con el Espíritu Santo.

El pueblo debía haber hecho para Dios lo que hizo para Gedeón, porque solo Dios es digno de recibir esa honra. Y Gedeón, como líder, debía haber llevado al pueblo a sacrificar para Dios, y no para sí; a honrar a Dios, y no a su propio nombre. Pero, al perder el temor, Gedeón también perdió lo mejor que Dios había visto en él: la sinceridad y la obediencia.

Continúa mañana…

¡No se lo pierda!

Lea también:

– La historia de Gedeón – parte 1

– La historia de Gedeón – parte 2

– La historia de Gedeón – parte 3

– La historia de Gedeón – parte 4

– La historia de Gedeón – parte 5

La historia de Gedeón – parte 6

La historia de Gedeón – parte 7

– La historia de Gedeón – parte 8

La historia de Gedeón – parte 9

– La historia de Gedeón – parte 10

La historia de Gedeón – parte 11

La historia de Gedeón – parte 12

La historia de Gedeón – parte 13

La historia de Gedeón – parte 14

– La historia de Gedeón – parte 15

– La historia de Gedeón – parte 16

– La historia de Gedeón – parte 17

– La historia de Gedeón – parte 18

– La historia de Gedeón – parte 19

– La historia de Gedeón – parte 20

– La historia de Gedeón – parte 21

– La historia de Gedeón – parte 22

– La historia de Gedeón – parte 23

imagem do author
Colaborador

Vanessa Lampert