La Prédica del Evangelio en Cuba
En el año 2012, Cuba se encontraba entre los 50 países en los que la persecución a los cristianos era más rigurosa, pero este año no entró en la lista. Eso no quiere decir que el país está más abierto a la prédica del Evangelio, y sí que hubo solo un cambio en cuanto a la manera como las naciones son clasificadas en el ranking.
Para entender mejor lo difícil que es llevar la Palabra de cura y Salvación a los cubanos, la obrera Rachel Miranda* – que nació en Cuba y vive en otro país – visitó el lugar y ahora cuenta las dificultades que encontraron los siervos de Dios para llevar el Evangelio a las personas sufridas.
“Viajé a Cuba para encontrarme con un pastor originario de Venezuela, que está en el país realizando un trabajo evangelístico de la Universal. Él conoció a un señor que presta su propia casa para hacer las reuniones, que se realizan los martes y los domingos.
En una de esas reuniones, el pastor me pidió que contase mi testimonio, pues como soy cubana, ellos se identificarían con alguien que conoce los problemas que ellos tienen.
Yo le dije que, así como ellos, estuve involucrada con la brujería y con la idolatría, y me di cuenta de que ellos estaban muy atentos. Tras eso, muchos manifestaron con la oración fuerte realizada por el pastor, que ordenó la expulsión del mal de sus vidas. En seguida buscamos el Espíritu Santo.
Después fuimos a la casa de la suegra de una de las obreras de West Palm Beach, pues ella nos cedió el lugar para hacer otra reunión. Combinamos para hacer el lunes a las 20hs – ella vive a 40 minutos del centro de La Havana, donde habíamos realizado la reunión del domingo -, y entonces salimos a evangelizar a las personas. Caminamos por todo el barrio donde la señora vive y permanecimos hasta las 20.30hs. Vale resaltar que algunos líderes de una iglesia pentecostal también participaron de la reunión, pues los invitamos y ellos aceptaron de buen grado.
Ellos comentaron que necesitaríamos solicitar un permiso religioso para respaldarnos delante de las autoridades cubanas y así poder realizar el trabajo evangelístico sin ningún impedimento.
Comenzamos a preparar la parte de afuera de la casa para la reunión y las personas presentes nos ayudaban trayendo sus propias sillas.
Conforme lo prometido, a las 20.30hs la reunión fue iniciada. El pastor me pidió que relatara mi testimonio, y después de la Palabra oramos por la salud. Muchos fueron curados de dolores en las piernas y otras enfermedades – incluso los niños pedían oración.
Las personas nos preguntaban cuándo íbamos a volver y decían que, seguramente, regresarían para estar otra vez con nosotros, pues le había gustado mucho lo que les estábamos enseñando.
Alrededor de las 21.30hs terminamos y regresamos al lugar donde dormiríamos. A la mañana siguiente (martes), a las 9.30hs, salimos en dirección al pueblo donde yo vivía(a 4 hs de distancia) y llegamos alrededor de las 14hs.
Después de algún tiempo salimos para invitar a las personas para una reunión el miércoles a las 20hs. En la mañana de ese día, una señora que había sido curada de una herida en el brazo en la visita anterior fue a visitarme y conoció a los pastores.
Nos dijo que la hermana de un señor de la iglesia estaba postrada en la cama hacía más de 9 años y preguntó si podíamos hacer una oración por ella. Dijimos que sí y salimos inmediatamente para allá.
Cuando llegamos a su casa, vimos su deprimente condición. Nos contó que tenía mucho miedo y que nadie quería ayudarla. Nosotros le dijimos que Jesús la ayudaría y nosotros también. Oramos y después de algún tiempo, le pedimos a un familiar que nos trajera una silla. Con nuestra ayuda se sentó frente a la casa y lloró de alegría porque, según nos dijo, no veía el frente de su propia casa desde hacía años.
La invitamos para la reunión de aquel día, y fue. Quedamos impresionados cuando llegó, pues estaba muy debilitada. Solo un milagro había hecho que fuese a la reunión, ¡pero su semblante era otro!
Comenzamos la reunión y el pastor enseñó que no podemos aceptar las enfermedades y explicó que no son un castigo de Dios ni una prueba Divina, sino que todas las enfermedades, cargas y dolores fueron llevadas por el Señor Jesús en Su muerte. Por eso, no tenemos que cargar todo eso de nuevo, pues Él ya hizo eso por nosotros.
Esa señora que había sido curada de la herida en el brazo dio su testimonio y enseguida fue realizada una oración de imposición de manos.
Al terminar, les pedimos a las personas que cada una contase cómo había llegado y cómo se sentía después de haber recibido la oración. Las personas contaron cómo se sentían de bien – inclusive una niña de 5 años, que había pedido una oración porque sentía mucho dolor en las piernas. Ella corría por todos lados, pues ya no sentía dolor.
Un líder de una iglesia local comentaba, después de apretar nuestras manos y agradecer a Dios por habernos mandado para ayudar, que nadie jamás había visto un trabajo como el nuestro en Cuba, y reconoció que era lo que todos los cubanos necesitaban.
La verdad, obispo, es que mi segundo viaje me hizo despertar todavía más y vi la verdadera necesidad del pueblo cubano. Me di cuenta de que la fe de este pueblo es pura, y lo único que falta es despertarla.
¡Gracias a Dios una vez más! Él nos usó para llevar esperanza y alivio a un pueblo tan sufrido y necesitado de Jesús. Espero tener la oportunidad de regresar y continuar siendo usada para ayudar a las personas.
Obispo, que Dios bendiga mucho a la Universal y a todos sus pastores, obreros y a todos en general.”
Atentamente obrera Rachel Miranda.
(*) La autora del relato cambió su nombre para preservar su identidad.
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