La tierra seca es para los rebeldes…
En una de mis primeras visitas al Templo, se pasó en las pantallas un versículo al que nunca le había prestado atención.
Dios prepara un hogar para los solitarios; conduce a los cautivos a prosperidad; solo los rebeldes habitan en una tierra seca. Salmos 68:6
Piénselo bien. Esto le pone un fin a esa teoría religiosa de que una vida miserable es una prueba de Dios y arroja sobre cada uno de nosotros la responsabilidad sobre nuestra vida. La Biblia es muy clara en relación al papel de Dios. No hay duda alguna sobre lo que Él desea hacer en la vida de quienes Lo sirven: la promesa no es solo para la vida después de la muerte, sino para hoy, para ahora.
Dios suple todas nuestras necesidades. O, por lo menos, es eso lo que Él desea hacer. ¿Está solo? El deseo de Dios es que usted viva en familia. Es eso lo que Él quiere hacer por usted. ¿Está viviendo una vida de pobreza, de miseria, de esclavitud? Dios quiere darle prosperidad (interesante, ¿no? Quienes nos critican cuando hablamos de prosperidad, están criticando a Quien escribió la Biblia…).
¿Y por qué no ha sucedido eso en la vida de todos? ¿Por qué tenemos tanta gente buena sufriendo, viviendo de derrota en derrota? ¿Por qué tantos creyentes no conocen la prosperidad en ningún área y continúan viviendo de migajas, en una vida miserable?
La última frase nos alcanza como un tiro certero: : Solo los rebeldes habitan en una tierra seca.
Me quedé mirando esa frase en la pantalla e, incluso cuando desapareció de mi campo visual, no salió de mi mente. «Solo los rebeldes habitan en una tierra seca»… El versículo no nos da escapatoria. No dice que algunos de los que habitan en tierra seca son rebeldes. Si dijera «los rebeldes habitan en una tierra seca», podría creer que hay más gente allí con ellos, lo que aliviaría la situación de muchos cristianos. Sin embargo, al decir que «solo los rebeldes habitan en una tierra seca», la Biblia es dura y cortante. «Solo» es un término de exclusión. Nadie además de los rebeldes habita en tierra seca. Es un lugar exclusivo para ellos.
Entonces, corrí a la Biblia, para ver si el contexto salvaba la comprensión. A veces, un versículo aislado puede dar una idea incorrecta de lo que el texto quiso decir, y leyendo los versículos que vienen antes y los que vienen después, vemos que aquello significaba algo completamente diferente. Pero, muy por el contrario, el contexto solo confirmó lo que el versículo decía. El capítulo entero habla de cuán impresionantemente poderoso es Dios, habla del cuidado que Él tiene con Su pueblo. Solo a quien no está con Él le va mal. Así de simple.
La persona que participa de los cultos todas las semanas, hace sus oraciones frecuentemente, da ofrendas y tal vez incluso tiene un título en la iglesia, pero que está habitando en una tierra seca, en una vida miserable, infeliz y oprimida puede no entender… «¿Por qué me pasa esto? ¡Estoy haciendo todo bien! ¡No hago nada malo!» Jamás se consideraría rebelde. ¿Cómo puede ser rebelde alguien que vive en la iglesia?
Sin embargo, lo que Dios considera es algo que nadie más ve. Es algo en lo más profundo de nuestro ser. Su forma de ver a las personas… los malos ojos, la lengua maliciosa, a veces incluso en forma de chiste… el rencor, la falta de control, la mentira, la falta de temor, la falta de reverencia, la falta de respeto hacia los padres, hacia el marido, hacia las leyes… El diccionario define a la palabra «rebelde» de la siguiente manera:
1. Que se revela o se subleva contra el gobierno o contra la autoridad legítimamente constituida; insurgente, insurrecto. 2. Que no obedece; que no se deja domar; que no se somete. 3. Indisciplinado, obstinado.
El rebelde es aquel que no se somete a la autoridad de Dios y no respeta las autoridades de la Tierra. Es aquel que se rehúsa a obedecer. No se sujeta a la disciplina del Altísimo. Quiere hacer todo con la fuerza de su propio brazo. Piensa que puede burlar las reglas, quiere que las cosas sean de la manera que piensa que tienen que ser, no le importa lo que Dios piensa al respecto.
El rebelde piensa que es un indignado, pero el indignado teme a Dios y Lo respeta. El indignado es indignado contra la situación y no contra la Autoridad. Justamente por saber que Dios es poderoso, no acepta una situación que va en contra de lo que está escrito.
El rebelde no escucha a Dios. No obedece, pues no quiere sacrificar de verdad. Puede colocar dinero en el Altar fácilmente, pero no quiere colocar su voluntad en el Altar. Que me disculpen los religiosos, pero quien ha habitado en una tierra seca está en la categoría de los rebeldes. Y es bueno que corrija su camino mientras haya tiempo. Es la única manera de que el solitario viva feliz en familia y de que los cautivos sean liberados, alcanzando la prosperidad. Es eso lo que Dios quiere. Y Él solamente está esperando por la actitud de arrepentimiento de aquel que es sincero, aunque, hasta hoy, haya sido rebelde.