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Las Vírgenes

En la parábola de las diez vírgenes encontramos ejemplos de novias interesadas y desinteresadas.

Las cinco vírgenes interesadas sabían que la condición dada por el novio, para tenerlas como esposas, era el aceite – El Espíritu del Amor – que cada una de ellas tendría que traer en sus lámparas.

Conscientes de eso, no midieron esfuerzos para tener el aceite. La preocupación de ellas estaba en el contenido. Al final de cuentas, ¿de qué sirve ser una linda lámpara y, dígase de paso, existen muchas, y no tener luz, ser apagada?

Por no mirar ni preocuparse con el contenido, muchas personas han quedado estancadas.

Por otro lado, las insensatas no consideraron el importantísimo aceite y, por eso, no quisieron pagar el precio. La consecuencia de eso fue drástica: Se quedaron afuera.

Cuando dos lámparas apagadas se unen, el fracaso es inevitable. Con eso, muchos matrimonios caen en la rutina y se enfrían, al punto de llegar a la separación. Y las parejas que no se separan, viven una frustración en la relación. Tampoco es diferente cuando una lámpara encendida se une a otra apagada.

Aún demorando, cuando el novio llegó, en seguida reconoció que las cinco vírgenes interesadas tenían lo que él también tenía. Y fueron estas las que entraron a las bodas. Por otro lado, las otras cinco, aunque estaban delante del novio, fueron dejadas afuera por no ser reconocidas por él. ¿Cómo puede ser que el novio no conozca a su propia novia? Este conocía a la suya y, sin emoción ni sentimiento, usando la razón, le dijo a las desinteresadas: “No os conozco”.

El propósito de esta Hoguera Santa de Israel, por la vida sentimental, es buscar en el Pozo de Jacob al Espíritu del Amor para que usted no sólo se case, sino además sea feliz.

Que Dios los bendiga.

Obispo Romualdo Panceiro