Sexo con lucifer – Capítulo 4
>Lea también los capítulos 1, 2 y 3
Volví al baño y me senté nuevamente donde mi vida estaba, ¡en el sanitario! Cuando fui a tomar la “actitud”, la voz de Dios fue mayor que todo lo que ya había “escuchado”, (mi hermano ya buscaba fervorosamente por mi en la IURD de Botafogo). No sé cómo explicarlo, pero fue demasiado fuerte. Sentí un temor tan grande que en el momento perdí el valor. Hoy, se que fue mi salvador Jesucristo. Yo lo sentía muy fuerte “decir”: “¡No haga eso jamás! ¡Su vida tiene solución!” Y entonces, el tal “hombre” en ese instante desapareció. Fui a la cocina y coloque los remedios sobre la mesada junto al vaso de agua y fui a dormir. Me imagino que el Espíritu Santo, a través de las oraciones de mi hermano, haya trabajado en mí durante el breve sueño, pues, dos horas después de acostarme completamente ebria, me levante y me fui hasta la cocina a tirar los remedios.
Nunca le di la oportunidad a mi hermano de hablarme de Jesús. El nunca me evangelizó, además, nadie, porque el odio por la iglesia, principalmente por la Universal del Reino de Dios, era terrible. Cuando le hablaba de mi lamentable vida, él tomaba la Biblia, y yo decía: “¡Otra vez con esa cosa No me importa nada eso!”
Al día siguiente, un domingo (yo odiaba los domingos), desperté físicamente, porque estaba muerta y enterrada en mi propia derrota. Un vació tremendo, el alma dolía mucho, entonces, la voz del “hombre” volvió: “No lo lograste. Tu vida empeorara. Toma el arma de ese hombre y pégate un tiro en la cabeza. Y luego me veras.” El hombre a quien él se refería era mi esposo, que es policía.
Quede con aquella idea fija el domingo entero. Imagino que mi hermano estaba en la Iglesia orando por la familia y, por eso, yo no haya consumado el hecho.
Paso un terrible día pero el lunes no fue diferente. Las sugerencias eran cada vez más fuertes, hasta que llamé a mi hermano y atendió mi madre. Yo la ofendí gratuitamente lo mas que pude y le dije que si algo le pasara a mí y a mi hija, que nadie se sintiera culpable. Dije que nadie me amaba, ni Dios, porque ni siquiera servía para morir. Ni Él me quería porque si Él realmente existiera, yo no estaría pasando por todo esto. Fue entonces que mi hermano, como nunca había conseguido, me habló de Jesús. En principio, rechacé aun más la Iglesia Universal, tanto que cambiaba de vereda para no pasar por la puerta. Diezmos, ofrendas, ¡ah que odio tenía! Pero, pero una vez, el Espíritu Santo prevaleció y después de mucho esfuerzo fui. Insultando y hablando obscenidades, pero fui. Le pedí a mi hermano que me fuera a buscar (yo vivía del otro lado de la calle), pues no tenía fuerzas para más nada, y le dije así que llego: “¡Solo te digo una cosa, no se para que voy a ese lugar. ¡No creo más en nada, en nadie y ni en Dios! Yo odio esa iglesia. Realmente, debo estar loca de ir ahí, pero esa es la última puerta que voy a tocar. ¡Y si no me sirve, voy a matarme de una vez! Nadie me lo va a impedir!” ¡Y GRACIAS A DIOS, FUE LA ÚLTIMA PUERTA!
Eso paso el día 3 de abril del 2000. ¡Voy a hacer 10 años de vida! Ese día, me acuerdo de la ropa que usaba, de la alabanza que cantaba (“Asegúrate de la mano de Dios…”), de la prédica. Quede muy aturdida con las personas orando “alto”. Aquello parecía enloquecerme, pues el dolor de cabeza que yo tenía era más fuerte, como nunca había sentido, pero salí de allí con algo adentro de mí, que nunca, en 33 años (edad que tenía en ese momento), yo había sentido. ¡Allí, encontré verdaderamente al Dios que por toda mi vida busqué!
La entrega de mi vida es muy poco comparado a lo que el Señor hizo (y hace) por mí. Hoy, tengo 43 años, soy una nueva criatura, estoy liberada y bautizada con el Espíritu Santo. Estoy preparándome para ser una obrera por la infinita misericordia de Dios. Mi pacto ahora es con el Señor Jesús de servirlo hasta la muerte o hasta Su venida.
Esa es una parte de mi historia.
Estoy a disposición para lo que sea necesario.
Agradezco la oportunidad de poder evangelizar a multitudes con mi testimonio.
Claudia Diniz (IURD Botafogo)
Rio de Janeiro (RJ)