Unción Vs. Título
Y el Señor respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque Yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre. 1 Samuel 16:7
Esta instrucción fue dada al profeta Samuel, cuando comenzó el proceso de unción del nuevo Rey de Israel.
Dos cosas me llaman la atención aquí:
Primero, el hecho de que nuestro Dios, enfáticamente, categorice como falla a la visión humana, en cuanto a la percepción para definir quién es de hecho Él. Dios quiere decir que la naturaleza humana no está atenta a la verdadera Unción y, por lo tanto, es propensa a seguir y a definir erróneamente por lo que ve, para saciarse a sí mismo. ¡Es el propio Dios quien afirma esta concepción! En base a esto se puede entender el peligro de esta falta de discernimiento con trágicas consecuencias.
Como ejemplo, recuerdo a un ex barón de la droga, un colombiano llamado Pablo Escobar, más conocido como el «Rey de la Cocaína». Él gozaba de gran popularidad por haberles construido escuelas, hospitales y casas a los pobres en Colombia. Caritativo, ¿no? Si no fuese por el hecho de que, múltiples veces, destruyó innumerables vidas y familias en todo el mundo a través de las drogas. Vea cómo la apariencia de ‘hacer’ puede engañar.
Segundo, el hecho de que, en Israel, la Unción para el rey era más importante que la corona en sí. Incluso, la corona visible como decoración solamente era pensada después de la Unción. La orden de Dios a Samuel era ‘llevar la Unción’ hasta David y no preocuparse por las suposiciones.
La Unción era, hasta entonces, la aprobación de su Señor para que el siervo fuera usado para la finalidad exclusiva de Dios – la autoridad de Dios para realizar Su voluntad; una capacitación Divina concedida por el propio Espíritu de Dios. ¡La Unción no era propiedad del ungido, sino del Galardonador!
La Unción es concedida mientras el siervo permanezca disponible a su Señor. No existe eso de dejar de ser siervo y ‘cargar la unción’ con él. Fue el caso de Saúl, que ‘perdió’ la unción incluso tras haberle sido dada por el propio Dios. La Unción nunca fue propiedad de Saúl.
En mi adolescencia, hubo un pastor a quien admiraba mucho, pero que lamentablemente salió de la Obra. Apenas salió, quedé un poco inseguro. Era muy nuevo en la fe. El ex pastor, ya fuera de la Iglesia, todavía se cruzaba conmigo de vez en cuando, y yo no lograba llamarlo por su propio nombre, sino como ‘pastor’. Sus conversaciones eran siempre en posición de víctima. Las personas a mi alrededor intentaban que yo tuviera compasión del ex pastor y que cuestionara a la Iglesia. ¡Obra del diablo!
Hasta que un ‘Ungido de Dios’, con educación y sin criticar al ex pastor que había salido, me enseñó sobre el mecanismo de la unción y por qué yo no debería llamarlo más pastor.
En 1 Samuel 15, eso está registrado en detalles. En estos casi 30 años que conozco la Universal, tuve el privilegio de aprender esto desde temprano y verdaderamente me ayudó.
La Palabra de Dios fue mi brújula y mi apoyo. El Espíritu Santo me enseñó a respetar incluso a un ‘caído’, pero a no ser jamás influenciado o engañado por él – ¡mucho menos a seguirlo!
Hoy existen muchos ‘caídos’ que pensaron que podrían cargar un título de pastor u obispo aun después de haber perdido la Unción. Llevan la apariencia y la manera de hablar de siervos, pero exentos de la Unción. Lo que existe es el deseo propio de ‘probar que aún son siervos’, pero para beneficios propios y para halagar su vanidad, pues si quisieran realmente salvar almas, jamás habrían salido de donde un día contemplaron la Luz.
Pero lo peor en realidad son los que aún no nacieron de nuevo, pues son engañados por ellos. Oro y trabajo para que, como yo tuve esta misericordia, muchos otros puedan también encontrar el Espíritu de Discernimiento.
Colaboró: Obispo Marcelo Cardoso