¿Y si Dios apareciera ante usted y le preguntara: «¿Qué quieres que haga?». No es una pregunta tan fácil de responder.

«¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros?» Santiago 4:1

Santiago les estaba escribiendo a los que, aun profesando una fe en Dios, vivían en desacuerdos entre sí. Y nuestras «pasiones» son nuestras voluntades. El ser humano busca huir del dolor y quiere encontrar el placer. Cuando usted tiene hambre, le duele el estómago y busca una comida que le dé placer.

A causa de esta búsqueda de satisfacer las pasiones es que surgen las guerras. Imagínese a miles de millones de personas queriendo satisfacer sus voluntades. Es lo que ha estado sucediendo en el mundo. La mayoría de las personas no son conscientes de que su voluntad va contra ellas mismas y de los demás. Es lo que el texto está diciendo.
Y concluye: «Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres», Santiago 4:2-3.

¿Por qué el diablo estimula a las personas a que hagan lo que quieren? Porque si siguen este consejo, no necesitarán hacer nada más. Porque la propia persona se destruirá a sí misma y destruirá a los demás.

El ser humano no sabe «querer». Piensa que le hará bien, pero, al final, le hace mal a él y a los demás.

Por eso, nuestra voluntad tiene que estar dominada a la voluntad de Dios. Es como en el «Padre Nuestro»: «Hágase Tu voluntad». Nuestra pregunta debe ser: «Qué es lo que Tú quieres, Señor?» Trate de «pedir bien», que es pedir la voluntad de Dios. No es que no pueda pedir, pero pida bien. Manténgase libre de los problemas que sus deseos le traen. ¿Cuántas personas se enamoraron de alguien que les hizo mal? La persona vive el «hoy como si no hubiera un mañana». Y ahora, tiene un gran dolor de cabeza.

Por lo tanto, aprenda a pedir bien, cuidado con sus impulsos, sus sueños personales. Usted debe soñar los sueños de Dios. Debe poner su mente en la mente de Dios. La voluntad de Dios es buena, perfecta y agradable. Pero usted debe sacrificar su voluntad, todos los días.

Reflexione al respecto en el siguiente video.