«Partió Abraham». Usted entenderá en la historia de Abraham el motivo por el cual Dios lo engrandeció enormemente. Hasta hoy, se utiliza como ejemplo de fe, es el padre de la fe (en la Biblia) y amigo de Dios. Muchas personas, hoy en día, tienen mucho más acceso a lo que él tenía y, aun así, no avanzan como él lo hizo.

«Entonces Abram se fue tal como el Señor le había dicho; y Lot fue con él. Y Abram tenía setenta y cinco años cuando partió de Harán», Génesis 12:4.

Abraham no había escuchado hablar de Dios hasta los 75 años. No frecuentaba una iglesia. No había leído la Biblia, porque aún no había sido escrita. No había escuchado a ningún predicador. No tenía hijos y no quiso poner en su esposa Sara la doble vergüenza: la de no tener hijos y la de tener que lidiar con una segunda esposa (como era costumbre en la época).

Y Dios lo llamó una sola vez. Era algo impensable en ese tiempo, porque no era costumbre que los hijos dejaran la casa de los padres. Sin embargo, Abraham no tuvo dificultad para partir. Se fue sin cuestionar, sin un mapa en la mano, sin prueba física para mostrarles a los demás. Imagínese a Abraham diciéndole a su padre: «Me iré». Y su padre: «¿A dónde?». Y él: «No sé». Entonces, el padre replica: «Pero eres mi heredero». Y Abraham: «Dios me llamó, padre». Y el padre pregunta: «¿Qué Dios es ese?». Y Abraham: «No tengo Su imagen».

Nada quitaba esa convicción de fe de la mente de Abraham, porque, cuando Dios habla con nosotros, es diferente. Abraham no tuvo dificultad para partir (y no tuvo dificultad para nada que estuviera relacionado con Dios). No tuvo dificultad para dejar a su sobrino Lot, para ir de Egipto al Monte Moriah. No tuvo dificultad para llevar a su hijo Isaac al sacrificio. Pero hay muchos que están atados por las cosas de este mundo. Abraham dejó a su padre, que era idólatra. ¿Cómo podría Abraham seguir a Dios en un hogar idólatra? La fe nos hace poner a Dios por encima de todo.

Hay personas que creen en Dios, pero también creen en las religiones, las supersticiones, las costumbres, creen en los horóscopos, en el amuleto en el cuello, en la herradura detrás de la puerta, creen en sus propias ideologías, en el pecado. No dejan atrás las cosas de este mundo. Cada vez que Abraham recibía una orden de Dios, él partía.

Las personas no son capaces de dejar, por ejemplo, sueños personales que ocupan el lugar de Dios. Abraham tuvo que llevar a su hijo Isaac al sacrificio para que él no ocupara el lugar de Dios en su corazón.

El único lugar del cual Abraham nunca partió fue del Altar. Por este motivo, Abraham llegó a donde llegó.

Viva usted también esta fe.

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