COMIENZA EN TI
Serás la Biblia escrita para que tus familiares la lean
«Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré…» – Génesis 12:3
Esa promesa hecha a Abraham se extiende a todos los que creen como él. Cada vez que leo este versículo, recuerdo que no necesito devolver el mal que intentan hacerme. Si sirvo a Dios, Él mismo se encarga de los que me maldicen. En realidad, ellos se están perjudicando al tocar a alguien que Le pertenece al Señor.
Así como cuanto más fuerte golpea la pelota contra la pared, con más fuerza regresa, así es la promesa: «… al que te maldiga, maldeciré…». Eso significa que no necesitas preocuparte por vengarte. Enfócate solo en ser de Dios — del resto, Él se encarga.
La bendición comienza en ti:
Pero esta promesa va más allá. También dijo: «Y en ti serán benditas todas las familias de la Tierra». (Génesis 12:3).
Aquí hay una condición que muchos ignoran: la bendición comienza en ti. No es automática. Sino que fluye a través de alguien, y ese alguien puedes ser tú. Así como en el Salmo 23, donde el «nada me faltará» depende de que el Señor sea tu pastor, aquí también la bendición a las familias depende de que estemos en Dios.
Abraham fue escogido antes incluso de tener hijos. Dios hablaba de la posteridad de la fe, no solo de la carne. Pablo aclara en Gálatas 3:29: «Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa».
Es decir, no importa tu origen. Si estás en Cristo, eres heredero de esa promesa. Y esta incluye a tu familia. Entonces, ¿por qué muchas familias aún no son bendecidas?
Hay dos motivos para eso:
Primero, porque tal vez estés en la fase de la siembra, como en el Salmo 126: siembras con lágrimas, pero cosecharás con alegría.
Segundo, porque tal vez aún no haya ocurrido «en ti». Si tú no has cambiado, ¿cómo esperas que los de tu casa cambien?
Quieres la salvación de tu familia, pero aún no te has rendido. Llevas fotos, oras por tus seres queridos, pero el ejemplo todavía no ha nacido en ti. La promesa comienza en ti.
Ve tú primero:
Tu transformación habla más alto que tus palabras. Serás la Biblia que tu familia leerá, sin necesidad de abrir la boca.
Mira el mensaje completo en el siguiente video.