thumb do blog Renato Cardoso
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CÓMO TENER AMOR PROPIO Y NUNCA MÁS COMPARARSE

¿Cuántas veces se comparó, no reconoció sus cualidades y se sintió inferior, incapaz e imposibilitado de hacer algo por considerarse pequeño? Entienda que fue comprado a un alto precio, ¡valore eso!

Todos nosotros fuimos creados únicos, Dios decidió hacer a cada ser humano singular, pero muchas personas pasan por una polémica interior: la comparación. Esto sucede desde la infancia, es natural mirar a otra persona y compararse con ella.

La persona se compara para abajo o para arriba. Para abajo, sería: «No voy a tener la misma oportunidad, porque tal persona tiene más condiciones que yo»; para arriba: «Yo tengo apariencia y dinero», ese tipo de persona menosprecia a las demás.

Sin embargo, esto es algo irracional, porque es como comparar una naranja con una manzana; el único factor semejante entre ambas es que son frutas. ¡Gracias a Dios por esta variedad de frutas que tenemos para alimentarnos! Entonces, es en vano comparar cualquier fruta. De la misma manera, nunca debe hacer comparaciones entre personas.

La sociedad incentiva las comparaciones. Los padres comparan a un hermano con otro, vemos esto en las familias. También lo vemos en la escuela, cuando un profesor entrega las calificaciones y observaciones.

Todo el mundo sabe que nadie es igual, pero lo que tenemos que hacer es mirar nuestras cualidades y trabajar en estas. Es como en un juego de cartas, usted juega con la mano que le tocó. Tiene que volverse bueno con las «cartas» que la vida le dio. Simplemente, no se compare. Lo primero que debe entender es: trabaje con lo que la vida le dio.

Lo segundo es: «Comprados fuisteis por precio; no os hagáis esclavos de los hombres», 1 Corintios 7:23.

Esta es una revelación que lo liberará con respecto a su valor. Mi valor no lo doy yo, no lo da mi familia, mi cuenta bancaria, mi apariencia o lo que las personas piensan de mí. Fui comprado a un buen precio: la vida del Hijo de Dios. Él me consideró tan valioso que pagó con la vida de Su único Hijo y el Señor Jesús me adquirió para llevarme de vuelta a Él. Ese es mi valor.

¿Cómo puedo aumentar o disminuir mi precio? No soy mayor que Dios, el precio es fijo y ya fue pagado en la cruz. Así, usted ya no cuestiona más su valor, acepta que es de Él.

Lamentablemente, es como se dice: «pagó, pero no se lo llevó». Con Dios ha sido así: Él pagó por la vida de las personas, pero ellas no se entregan a Él.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso