thumb do blog Renato Cardoso
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¡CONSTRUYA CON SU BOCA LA VIDA QUE QUIERE!

Existe una diferencia entre la palabra pensada, dicha y escrita; y ellas tienen una consecuencia, sea buena o mala. Por lo tanto, piense bien en lo que sale de su boca

El Texto Sagrado dice: «Ninguna palabra torpe salga de vuestra boca, sino la que sea buena para edificación, para que dé gracia a los oyentes», Efesios 4:29.

¿Qué significa «palabra torpe»? Es una palabra indecente, sin valor. Todo lo que desvalora el carácter de la propia persona que habla y el de aquel que escucha es «torpe». Es decir, nuestra boca es un depósito en el que nosotros podemos poner cosas buenas en la vida del que escucha o que podemos usar para sembrar todo lo que es malo en quien nos escucha. El primero en escuchar lo que dice es usted mismo. Por eso, es necesario vigilar las palabras que salen de nuestra boca, porque estas vuelven a nosotros. En algún momento, en el que esté solo, comience a decir: «¡Estoy muy enojado!». Después de decirlo, su cerebro comenzará a buscar razones para estar enojado, el tono de su voz cambiará, su humor cambiará y surgirán razones para que su mente se enoje. Sin embargo, si dice: «¡Soy muy agradecido!», surgirán muchas razones para ser agradecido. La palabra que sale de su boca tiene poder.

Por eso, la Palabra de Dios dice que debemos vigilar lo que sale de nuestra boca. Analice si usted ha usado este poder para edificar a las personas o si lo ha usado para perjudicarlas. Use las palabras para levantar, fortalecer y animar. Si no tiene esas palabras, permanezca quieto o deténgase y piense en algo mejor que decir: «No diré eso, porque me hará mal a mí y le hará mal a quien me está escuchando». Usted tiene el derecho de permanecer callado, pero, si habla, hable lo que es bueno y lo que da gracia a los que escuchan. Pare y piense en lo que dirá. Usted puede motivar o desmotivar a su equipo con sus palabras, puede ganar o perder un cliente con sus palabras, puede valorar o destruir su matrimonio con sus palabras.

«Quiero destruirme», entonces, diga palabras sucias, sin valor, sin razón; insulte, maldiga, mienta, publique lo que no sirve en las redes sociales y deje comentarios agresivos en el perfil de otros. Usted tiene el derecho de hacerlo, pero sepa que eso volverá a usted.

No se olvide de que hay una diferencia entre la palabra pensada, la dicha y la escrita. Usted debería usar esas tres modalidades de la palabra a su favor. Comience absorbiendo los pensamientos de Dios, que influenciarán sus pensamientos y sus palabras, y, a su vez, influenciarán a los que lo escuchan.

Piense al respecto por medio del siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso