CUANDO MENOS ES TODO LO QUE NECESITA
A veces lo que más necesitamos en nuestra vida es menos de las cosas malas de este mundo
A veces lo que necesitamos para cambiar nuestra vida es: menos cosas, no más. Permítame explicar lo que quiero decir.
Dios instruyó a Moisés, quien le pasó esas instrucciones al pueblo, con respecto a los procedimientos en el tabernáculo que debían seguir los que trabajaran en el servicio de la casa de Dios. Moisés ya había preparado el aceite de la unción.
«Y tomarás el aceite de la unción y ungirás el tabernáculo, y todo lo que está en él; y lo santificarás con todos sus utensilios, y será santo.» Éxodo 40:9
El tabernáculo era una estructura, la casa temporaria de Dios en el desierto, mientras el pueblo se dirigía a la Tierra Prometida.
Todo lo que había dentro del tabernáculo debía ser ungido. Note qué interesante: no bastaba con tener la tienda y los objetos de la tienda, era necesario tomar el aceite de la unción, que había sido consagrado. Este aceite se usaba en los sacerdotes que trabajaban en el tabernáculo. Además, con ese aceite, se debía ungir el tabernáculo y todo lo que había en este, para que fuera santo, es decir, separado para el servicio de Dios.
Nosotros entendemos que el tabernáculo en los días de hoy somos nosotros, nuestro cuerpo, porque somos el templo del Espíritu Santo. Dios habitaba en aquel tabernáculo hecho de materiales, pero hoy quiere habitar en el «tabernáculo» que fue creado por Él, nuestro cuerpo. Entonces, debemos estar separados para el servicio a Él.
La santificación conlleva separación, dejar ciertas cosas, distanciarse de estas para tener un valor especial, un propósito especial. Lo que es santo no se mezcla con otras cosas. En su casa, debe tener objetos que separa de los demás: «Solo uso esto en ocasiones especiales», a causa del valor especial que tiene aquello. Así es como Dios quiere que nos tratemos a nosotros mismos; Él quiere que nos separemos de lo profano, de lo banal.
Actualmente, las personas no sufren por la falta de algo en sus vidas, sino por el exceso. El problema de muchas parejas es que su matrimonio está profanado; cosas sucias y extrañas se infiltraron en la santidad de su relación. La Biblia dice que el lecho de una pareja debe ser sin mancilla, sin embargo, hoy, el lecho de muchos matrimonios está profanado, porque entre ellos hay algo malo, como pornografía o contenidos sugestivos. A veces incluso lo aceptan, pero lo único que logran es banalizar el sexo en la relación, y lo que empieza como una idea de fantasear termina en cambio de pareja y traición.
Tal vez ahora entiende por qué su «tabernáculo» está todo desordenado, porque usted infiltró lo profano entre lo sagrado. Cuando una mosca cae en un perfume, todo el perfume se tira.
¿Cómo cambiar esa situación? Lo primero que necesita es arreglarse con Dios, separándose, entregándole su vida a Él, para que lo unja con Su Espíritu Santo. También debe estar dispuesto a desprenderse de la suciedad. De esta manera, el Altísimo podrá comenzar la restauración en su interior. Sepárese de lo que profana su integridad.
Piense al respecto viendo el siguiente video.