DESPUÉS NO SE QUEJE DEL SÁNDWICH DE SARDINA
Tenga cuidado de no poner su fuerza en el pan que perece y hacer que toda su fuerza se vaya por el desagüe. Enfóquese en lo que realmente importa
Hay una historia muy interesante (y una lección aún más importante) que puede encontrar en el capítulo 6 del Evangelio de Juan, que relata cuando Jesús, al enseñar a la multitud, hizo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Las personas se alimentaron y quedaron maravilladas.
Esa misma noche, el Señor Jesús y Sus discípulos tomaron el barco y cruzaron el mar de Galilea (se llamaba «mar», pero en realidad era un gran lago). Y las personas los siguieron.
«Cuando Le hallaron al otro lado del mar, Le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Jesús les respondió y dijo: En verdad, en verdad os digo: Me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.» (Juan 6:25-27).
Jesús estaba enseñándole a la multitud a no esforzarse por el pan perecedero. No significa que usted no deba trabajar, pero no debe poner su fuerza en el pan que perece, sino en la vida eterna.
Algunos ejemplos de poner la fuerza en el pan que perece, para que lo entienda mejor: una persona quiere vestirse con la misma ropa de tal famoso, quiere tener ese auto nuevo (porque el de hace 3 años ya no sirve), quiere tener las redes sociales llenas de seguidores, busca conocimientos por vanidad en su currículum, quiere mejorar tanto su apariencia que hasta se daña. Estás son personas que invierten en algo que perece (porque eso pasa). El curso que realizó, después de un tiempo, está desactualizado. Pasó la ropa, la relación y otras cosas de las que dijo: «Esto me hará feliz».
Y lo peor no es eso, sino lo que pasó con la multitud en el mar de Galilea. Ellos pensaron: «debe haber más pan y pez para nosotros, debe haber algo más: carne». Esas personas ni siquiera se esforzaron por buscar a Jesús, sino para conseguir más alimento. Y así es hoy: «¿El Señor puede darme “pan” y “pez”, abrir la puerta para un mejor empleo, ayudarme con ese enemigo en mi camino, curarme de la enfermedad, darme una novia así?». Son pocos los que Lo buscan por la comida que permanece para la vida eterna. Es triste ver cómo las personas andan en este mundo llenas de vacío, de espuma del refresco que rebalsa el vaso por segundos y luego no queda contenido para beber.
Si esas personas supieran la importancia de la vida eterna, serían felices. Usted está ebrio, entorpecido por el brillo, por las promesas de este mundo. No sabe que lo que lo espera del otro lado son las tinieblas.
Debe despertar y buscar algo mucho más valioso y que no perece. Pero Dios solo puede promover eso para aquellos que buscan el alimento eterno.
Vea el mensaje completo en el siguiente video.