Dios escoge a quien está en desventaja. Y entenderá por qué.

Me gustaría volver en el tiempo, a los tiempos de la escuela, de mi adolescencia, cuando en las clases de educación física siempre se jugaba al fútbol y el profesor tomaba a dos alumnos que jugaban bien al fútbol, y los hacía elegir el equipo. Entonces, el alumno elegía. Todos esperaban ser elegidos y se armaban los equipos.

Siempre quedaban para el final los que no jugaban bien. Generalmente, quedaban para lo último y sucedía algo interesante: la mayoría de las veces, los que quedaban para lo último, jugaban de mala gana. Ellos sabían que estaban ahí porque estaban de sobra, el resto. Entonces, como se sentían últimos, entraban en el papel de «malos». ¿Qué sucedía la próxima vez? Jugaban mal de nuevo.

En lugar de jugar mejor, demostraban a quien los eligió que estaban en lo cierto al considerarlos malos jugadores.

Todos llegamos a la vida siendo malos en lo que hacemos. Por ejemplo: Éramos malos para hablar, para caminar, para andar en bicicleta, para jugar al fútbol.
Pero, con el tiempo, fuimos buenos.

El mayor problema no era que esos alumnos no sabían jugar, lo peor era que no se eligieron ellos mismos, sino que demostraron que las opiniones de los demás eran correctas.

En Su Palabra, Dios muestra que siempre escoge a quien está en desventaja. Desde Génesis hasta Apocalipsis, incluso el Hijo de Dios, cuando vino al mundo podría haber sido atractivo, pero la Biblia dice que no tenía apariencia. Dios siempre mostró inclinación por elegir a los rechazados.

Veamos lo que sucedió cuando el Señor Jesús llamó a Mateo, que trabajaba para Roma cobrándoles impuestos a los judíos. Mateo era rechazado por el pueblo. Jesús escoge como discípulo a uno de los hombres más odiados de esa región. ¿Qué sucedió? Jesús fue juzgado por esa decisión.

«Y aconteció que estando Él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y Sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.» Mateo 9:10-12

Dios siempre buscó a los perdidos, a los cansados, a los despreciados, a los últimos. Como analogía: Si Jesús estuviera en el campo de juego, elegiría a los que nadie quiere y trabajaría con ellos para formar el mejor equipo. Y todo el mundo se sorprendería. ¿Entiende cómo trabaja Jesús? Él escoge a los que no tienen privilegios.

Si usted está en esa situación de desventaja, no se sienta inferior. Tal vez, ante los ojos de otras personas sea considerado inferior, pero ante los ojos de Dios no. Pero, si usted entra en el campo y se comporta como los jugadores que juegan mal, Él no podrá hacer nada.
Es usted quien necesita creer que Él cree en usted. Y acepte esa decisión, aunque no la entienda. «Si Él me escogió, ¿quién soy yo para no escogerme?»

Así, si está en desventaja y escoge a Dios, será un campeón, un líder improbable. Las personas dirán: «¿Quién lo ayudó? ¿Cómo hizo eso?». Y podrá señalar a Dios.

Cambie el pensamiento y vea el siguiente video.