EL DÍA QUE ME INDIGNÉ POR UNA PALABRA DE CRISTIANE
Una palabra de Cristiane despertó en mí una indignación tan grande que, a partir de ese día, lo que estuvo sin solución durante 12 años comenzó a cambiar
En la Biblia, el matrimonio es el empeño de la palabra, es alianza, cuando dos personas se comprometen con su palabra a estar juntas, a cuidarse mutuamente y a ser exclusivas el uno para el otro para toda la vida, en las buenas y en las malas. Eso es el matrimonio, no es un anillo en el dedo. El anillo es un símbolo de eternidad, es decir, te comprometes con la otra persona a estar con ella hasta el final.
¿Por qué hoy en día, de forma general, las personas no quieren casarse? Porque han perdido la fe en los demás, la palabra ya no tiene valor. Cuando un joven dice «te amo», no sabes si realmente te ama o si tiene segundas intenciones.
¿Por qué el matrimonio ha fracasado en la vida de tantas personas? Porque la palabra ha perdido valor. Cuando una persona valora la palabra, tiene mucho cuidado con lo que dice. Esa característica de tener celo con la palabra viene de Dios, porque Él es Palabra, y no puede mentir; lo que Él dice debe cumplirse. Esa es la principal característica de Dios, porque Él es el único que nunca falla en Su Palabra.
Entonces, si quieres ser una persona de Dios, debes empezar a cuidar tu palabra, no solo la Palabra de Dios. También la palabra que Le das a Dios y a las demás personas.
Eso es el matrimonio: palabra.
¿Qué quiere la mujer del hombre? Ella quiere esa seguridad de que él estará con ella, pase lo que pase. Que, en las crisis, en las dificultades, en sus luchas, él estará a su lado. Eso es lo que cuenta en el matrimonio, no son flores, paseos a lugares exóticos, nada de eso. ¡Eso pasa!
Cuando Cristiane me habló de separación, en ese momento me rebelé contra esa palabra y dije: «¡No! No voy a romper esta alianza, no voy a deshonrar la Palabra de Dios fracasando en mi matrimonio, voy a hacer lo que sea necesario». Decidí eso dentro de mí esa noche. Y la reprendí en ese instante: «¡Nunca más digas esa palabra! No sé cómo vamos a resolver nuestros problemas, pero sé que los resolveremos». Cuando le dije eso, no se había solucionado nada, pero ella tuvo seguridad en mi palabra. Eso fue lo que inició la solución.
La mujer quiere palabra por parte del hombre. Cuando valoras la palabra, acercas a Dios, porque Él es la Palabra.
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