thumb do blog Renato Cardoso
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IMAGÍNESE LA FILA PARA PEDIRLES EXPLICACIONES A ESTOS DOS (SALMO 91)

Existe una responsabilidad que es exclusivamente suya, así como Adán y Eva la tenían en el jardín; haga su parte obedeciendo y lo demás Le corresponderá a Dios

«Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada.» Salmos 91:9-10

Aquí, se repite la condición principal para todas las promesas hechas en el salmo 91, que es «habitar en el abrigo del Altísimo», es decir, hacer del Altísimo nuestra habitación.

Quien entiende que su deber es estar en la casa de Dios, tomar decisiones orientadas por Él —como alguien que vive con una persona, antes de traer cualquier cosa al interior de la casa o salir a algún lugar, piensa en la persona que vive con usted; vive en ese ambiente familiar en el que conversa con Dios todo el tiempo. No necesita estar de rodillas con las manos juntas para hablar con Dios, sino estar en constante contacto con Él, porque su mente está conectada a Él; usted tiene placer (y no es un peso); no es un hijo que se siente preso en la casa del Padre; cuando hace del Altísimo su habitación—, también tiene el privilegio de tener Su presencia como su casa. Entonces, seremos mantenidos en perfecta paz.

Ahora, es importante que usted entienda que sucederán cosas malas en su vida. Pero, preste atención, no es Dios quien hace el mal. ¿Recuerda cuando Adán y Eva tomaron la decisión de comer el fruto sugerido por la serpiente para conocer el bien y el mal? Nosotros somos herederos de esa mala decisión que ellos tomaron. El mal está en el mundo.

Y que «no te sucederá ningún mal…» quiere decir que el resultado final será positivo. Lo que aparentemente fue malo usted verá que Dios usará ese mal para hacer el bien en su vida.

Nosotros vimos eso en la vida del rey David. Lo que era malo Dios lo usó para el bien. Toda la persecución que él pasó a causa del rey Saúl sirvió para preparase para ser el siguiente rey. Así como le sucedió a José, que fue vendido, y Dios usó esa situación para salvar a su familia del hambre. Aunque le haya sucedido el mal, si usted persevera, el resultado será positivo.

La familia de los que habitan al abrigo del Altísimo también disfruta esa promesa. Sin embargo, muchos de los que son incrédulos y no habitan en el abrigo del Altísimo sufrirán. Pero usted no saldrá del abrigo del Altísimo para ir al descampado del bajísimo. Pídale a Dios que ayude a su familia.

Guarde eso en usted y que su esfuerzo no sea andar llorando por sus familiares. Haga su mejor esfuerzo para habitar en el abrigo del Altísimo.

Vea este mensaje completo en el video.

Vea también:

SUMÉRJASE CONMIGO EN EL SALMO 91

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso