La duda es algo que debilita, divide, enferma. Destruye relaciones, empresas, la vida económica, lleva a las personas a la muerte. La duda es la madre de muchos de los problemas que le ocurren a la humanidad. No fue en vano lo que dijo el Señor Jesús:

«Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no, porque lo que es más de esto, de mal procede», Mateo 5:37.

La Palabra de Dios nos enseña a vivir por la fe, que es la solución a los problemas de la duda. Lo único que no cambia es Dios, Él es el mismo, si usted quiere vencer la duda, debe poner su fe en Aquel que no cambia, que es fiel a Sus palabras, promesas, que no envejecen con el tiempo; Él no Se intimida y nada Lo afecta.

«El cielo y la tierra pasarán, pero Mis palabras no pasarán.» Mateo 24:35

Cuando usted pone su fe en el que es inmutable, las dudas desaparecen, ya no se basa en sus conocimientos, en la palabra del médico o en sus pensamientos o sentimientos, que pasan, sino que se basa en la Palabra que le garantiza:

«Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé», Josué 1:5.

Cuando Él dice «sí», sabemos que es sí; cuando dice «no», sabemos que es no.

Si nos alineamos a eso, nunca más nos entregaremos a las dudas. Las dudas intentarán aparecer, pero inmediatamente usted las rechazará, porque está afirmado en Aquel que nunca cambia.