thumb do blog Renato Cardoso
thumb do blog Renato Cardoso

NADIE VA AL INFIERNO PORQUE PECÓ, SINO…

Piense por un momento: ¿le gustaría estar cerca de alguien que se esforzara por desagradarlo? Probablemente no. Sin embargo, esto es exactamente lo que muchos esperan de Dios: que Él tolere todo, incluso sin un deseo genuino por agradarlo

Nadie va al infierno porque pecó, las personas van al infierno porque no se arrepintieron de sus pecados. Es muy importante que entienda esta verdad, ya que siempre nos encontramos personas que no logran entender el plan de Dios para la Salvación.

Entonces, algunos juzgan a Dios y dicen: «¿Cómo puede un Dios bueno arrojar a alguien al infierno?».

Esta es una conclusión incorrecta, que indica que las personas no saben mucho acerca de Dios y Su Palabra, por eso afirman tal irracionalidad. Porque no es Dios quien arrojará a las personas al infierno, sino su falta de arrepentimiento.

Las personas reciben una oportunidad tras otra para arrepentirse, pero quieren permanecer con Dios incluso cuando hacen lo que Lo desagrada. Lo que ellas mismas no aceptan, quieren que Dios lo acepte.

Nadie acepta, por ejemplo, estar cerca de una persona que se empeña en desagradarlo. Usted no querrá estar al lado de una persona que hace todo lo posible para molestarlo. El ser humano es gracioso, porque lo que él no tolera para sí mismo quiere que Dios lo tolere en Su perfección.

Entienda esto, Dios no arrojará a una persona al infierno porque pecó, sino porque no se arrepintió. Por eso, el Señor Jesús vino a este mundo y Su camino fue preparado por Juan el Bautista. En el capítulo 3 del libro de Lucas dice que él recorrió toda la tierra alrededor del río Jordán predicando el bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga Vida Eterna». Juan 3:16

Está claro que Dios no quiere que nadie vaya al infierno. Él ya ha provisto la salida, que es la fe en Su Hijo, a quien sacrificó para tomar el lugar de aquellos que pecaron y son pasibles de juicio. Pero si creen en Él, Él Se convierte en su sustituto, y pueden ser salvos por medio del arrepentimiento.

«Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que cree en Él no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el Nombre del unigénito Hijo de Dios». Juan 3:17-18

Observe que la persona se condena por su falta de fe.

«Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas». Juan 3:19

El que hace el mal quiere permanecer siempre oculto, odia la luz, porque la luz muestra quién es. El mal que hay en nuestro interior se hace muy evidente cuando nos acercamos a Jesús, pero esto no es para que seamos condenados, sino para que podamos ver nuestra verdadera condición, arrepentirnos, creer en Él y ser salvos.

Pero las personas no quieren escuchar nada que las haga sentir juzgadas. El mundo propaga lo siguiente: «Acéptame como soy». Todos quieren ser aceptados como son, nadie acepta a nadie, pero quieren ser aceptados por todos.

Sin embargo, Dios muestra en Su Palabra que para que una persona alcance la Salvación es necesario que reconozca sus errores y se arrepienta, de lo contrario, se alejará de Dios automáticamente, no porque Él quisiera, sino porque ellos quisieron.

El pecado puede ser el peor, pero si hay arrepentimiento la persona puede ser perdonada y salva. Entonces, no importa lo que usted haya hecho, sus pecados no pueden llevarlo al infierno si se arrepiente, pero si no se arrepiente, ciertamente lo llevarán allí.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

imagem do author
Colaborador

Obispo Renato Cardoso