thumb do blog Renato Cardoso
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¿POR QUÉ ATRAE LA ENVIDIA?

El hombre más sabio del mundo enseñó que, cuando alcanzamos el éxito en nuestro trabajo, inevitablemente somos blanco de la envidia

El rey Salomón, en su vasta experiencia lidiando con el ser humano y recibiendo la sabiduría de Dios, dijo:

«He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu». Eclesiastés 4:4

Lo primero que entendemos es que hoy muchas personas, naturalmente las que no están al abrigo del Altísimo, tienen miedo de los envidiosos y se preocupan cuando las personas muestran algún tipo de envidia o de codicia contra ellas. Entonces, se inclinan hacia las supersticiones, los amuletos, el color de la ropa, la pata de conejo, las herraduras y cosas así. Ella intenta desesperadamente desviar esa energía maligna llamada envidia, porque el primer y más grande envidioso de todos los tiempos fue el diablo, quien miró el trono de Dios y deseó estar en Su lugar.

Entonces, cuando una persona no está al abrigo del Altísimo, es susceptible a este tipo de energía y trata de protegerse de ella de todas las formas posibles; pero, en realidad, la única protección que hay contra la envidia es estar al abrigo del Altísimo, que significa vivir bajo las reglas de la Palabra de Dios, dentro del Reino de Dios. Allí, el Rey de este Reino es responsable por usted.

Por lo tanto, no debe preocuparse por la envidia, porque, como dice el versículo, cuanto más exitoso sea, más atraerá la envidia de su prójimo. Entonces, la única manera de no ser envidiado es no lograr nada, porque todo lo que haga y en todo lo que tenga el más mínimo éxito atraerá miradas envidiosas. De hecho, a veces ni siquiera necesita hacer nada, solo por ser quien usted es atrae la envidia. Esto no se puede cambiar, porque el ser humano, lamentablemente, cuando está lejos de Dios, se acerca al mal. Este es el primer significado de esta palabra.

El otro significado de esta palabra del Rey Salomón es que la persona muchas veces quiere entrar en algún tipo de competencia con su prójimo, quiere ser muy buena en lo que hace para ser mejor. A veces ella está bien, está satisfecha, pero aparece alguien que lo está haciendo mejor que ella, entonces quiere hacerlo aún mejor para estar delante de esa persona. La persona es exitosa, pero no acepta que nadie lo sea más que ella. Entonces, también es envidiosa. Este tipo de actitud se asocia con el orgullo. La persona está orgullosa de ser la mejor y por eso siempre está en esta competencia desenfrenada, queriendo demostrarles a todos que es mejor.

Ahora bien, la persona que verdaderamente es mejor no necesita probarle nada a nadie, al igual que Dios. Él es Bueno, Poderoso y hace todo perfectamente, no para probarle algo a alguien, sino porque está en Su naturaleza, así mismo la persona que es verdaderamente buena, que tiene un espíritu excelente, no hace el bien para demostrarles algo a los demás. Incluso, si ve que alguien tiene mayor éxito que ella, no le incomoda.

La persona que tiene la naturaleza de Dios dentro de sí busca alentar por el éxito de los demás. Una de las señales de una persona muy resuelta, muy en paz consigo misma y con Dios, es esa tranquilidad con el éxito de los demás.

Entonces, examine su corazón, porque tal vez ha estado demasiado preocupado por la envidia de los demás, lo cual significa que no está al abrigo del Altísimo, o ha estado viviendo una competencia desenfrenada para demostrarles algo a los demás, porque tiene envidia de ellos o miedo de quedarse atrás. Ninguna de estas dos situaciones es aconsejable, como dijo el rey Salomón: todo esto es vanidad y aflicción de espíritu. No sirve, así que no las lleve consigo.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso