«Porque así dice el Señor que creó los cielos (Él es el Dios que formó la tierra y la hizo, Él la estableció y no la hizo un lugar desolado, sino que la formó para ser habitada): Yo soy el Señor y no hay ningún otro.» Isaías 45:18

Dios no creó la Tierra para dejarla vacía, un desierto. La Tierra, hasta donde sabemos, es el único lugar habitado en el Universo. Todo lo que usted ve en la creación, Dios no lo hizo para dejarlo vacío. No existe el vacío, la ausencia de materia, en la naturaleza de la Tierra. Todo el espacio está ocupado por alguna materia. Dios puso el aire, los astros, el mar, los pájaros y los peces. Todo ocupa un lugar y cada lugar está ocupado.

Entonces, es natural que concluya que Dios, cuando nos creó a Su imagen y semejanza, no nos creó para ser vacíos. Nuestro cuerpo, en la Biblia, es llamado «casa» y «templo», que son habitaciones. El ser humano no fue creado para ser habitado por drogas, bebidas, entretenimientos y todo lo demás, sino para ser habitado por el Creador. A menos que Lo reciba, continuará con ese vacío.

El Señor Jesús dijo: «He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él Conmigo», Apocalipsis 3:20. Entonces, Dios no entra sin ser invitado. Es como alguien a quien usted no invita a cenar a su casa, porque no quiere tener intimidad con esa persona. Sin embargo, Dios quiere cenar con usted.

Tal vez usted ya hizo algo, una carrera, un viaje o alguna otra cosa, pero cuando pasó la adrenalina que lo impulsó a hacerlo, quedó el vacío. ¿Sabe el motivo?

Primero, porque no sirve de nada buscar llenarse de cosas y personas. Segundo, porque usted nació para ser habitado por Dios. Para eso, debe «abrirle la puerta», hablar con Él, interactuar con Él. Dios no quiere una «religión», Él quiere una «relación» con usted; y una relación comienza con palabras. Lea la Biblia, que es Su Palabra, y hable con Él.

Medite en esto por medio del siguiente mensaje.