¿Qué le sucedió al “Amén, gracias a Dios”?
Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:16-18
En el inicio de mi fe, aprendí que cuando soy injusticiado, humillado, ignorado, mal interpretado, juzgado, despreciado, engañado por algún “vivo”, blanco de chismes y comentarios maliciosos, miradas feas, reprendido, corregido, maliciosamente burlado, llamado de esto o de aquello – mi respuesta debe ser solamente: “Amén, gracias a Dios. Sigamos adelante.” Es decir, confiar en Dios como Justo Juez y humildad para aprender sea cual sea la lección de aquella situación.
Pero hoy en día es frustrante ver la reacción de muchos de los que se dicen ser de la fe. Ellos dicen: Eso no se quedará así. ¿Quién él piensa que es? ¡Mira lo que me hicieron! ¡Él me lo pagará! Él no pierde por esperar…Pero yo no hice nada de malo, ¡no es justo! Hasta aquí me quedé callado, pero ahora él verá… Y cosas así.
La actitud generalmente es de rebeldía, autodefensa, justificación, insatisfacción, lengua afilada y de buscar a alguien que esté de acuerdo con el dolor de él o de ella. Si hay oración (“si hay”, pues muchos se olvidan de lo más importante que es orar), es una oración llena de rencor y sentimientos de venganza, la cual, obviamente, Dios no escucha.
El viejo “amén, gracias a Dios” es lleno de significado e importancia. El “amén” quiere decir “así sea”, “sea hecho de esta manera”, “deja estar”, o “que sea así”. Es decir, yo no voy a luchar para cambiar esto. No voy a quedar defendiéndome delante de las personas, sino haría de ellas mis jueces.
El “gracias a Dios” quiere decir que reconozco que todo lo que Dios permite es bueno para mí. Si Él permitió que aquella injusticia, calumnia, reprensión, etc, sucediese conmigo, es porque puedo hacer un buen uso de ella. Dios no es malo. Las personas pueden ser malas, pero Dios no. Por eso, a Él doy gracias, y pido fuerzas y sabiduría para aprender la lección.
Amén, gracias a Dios.
Una frase que se ha tornado cada vez más rara en el medio cristiano.
P.D. Anticipándome a los que leen y nada entienden, aclaro que hay una gran diferencia entre el “defenderse” y “combatir al engaño”. Hablo más arriba sobre defenderse delante de las injusticias, calumnias, etc. Para el beneficio personal. Combatir el engaño significa exponer las mentiras diabólicas que tienen riendas sueltas y corrompen a los incautos. Es deber de todo cristiano combatir las mentiras, los engaños, el mal carácter, que ensucia la fe pura y el nombre de nuestro Señor Jesús. Eso nunca debe hacerse para el beneficio personal, sino que para el beneficio de las personas que están siendo o podrían ser engañadas.