thumb do blog Renato Cardoso
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QUITE SUS ORNAMENTOS SI QUIERE QUE DIOS ACTÚE EN SU VIDA

Quítese todas las farsas y asuma su verdadera condición ante Dios, y Él cambiará su vida por completo

Mientras Dios le daba las tablas de los diez mandamientos a Moisés, en la cima del monte Sinaí, el pueblo, abajo, estaba rompiendo, por lo menos, tres de los diez mandamientos.

Sí, mientras Moisés estuvo 40 días en el monte, el pueblo estaba ansioso. Entonces, decidieron hacer un becerro de oro para que esa imagen, de un supuesto dios, pudiera ir delante de ellos y guiarlos por el desierto hasta la Tierra Prometida.

¡Qué rápidas que fueron esas personas para traicionar a Aquel que los había alejado de la esclavitud vivida durante 400 años!

Entonces, ante todo ese desorden, algo que irritaba mucho a Dios, por intercesión de Moisés, el Altísimo decidió darle una oportunidad al pueblo, pero con una condición. Dios dijo: «Porque Dios había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel: Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que Yo sepa lo que te he de hacer», Éxodo 33:5.

Quitar los ornamentos era una condición para que Dios les diera una oportunidad para que cambiaran, para que continuaran en el camino a la Tierra Prometida.

Aún hoy, las personas necesitan despojarse de las farsas, de los adornos, de las máscaras que suelen colocarse para dar una imagen de ser algo, y esconder lo que realmente son.

El pueblo, con sus ornamentos, pensaba que escondía de Dios lo que había en su interior, fueron hipócritas con Dios, fingidos, pero verdaderos con el becerro (porque se desnudaron, mostraron lo que había en su interior).

Igualmente, por ejemplo, el Señor Jesús no pudo hacer nada por los religiosos de Su época, cuando estuvo ahí. Porque los religiosos estaban adornados con sus tradiciones y costumbres, con los «ropajes» religiosos. Se creían mejores que los demás, decían palabras bonitas, sabían citar la ley de Dios, mantenían costumbres rigurosas con el pueblo, pero ellos mismos no practicaban lo que exigían de los demás. Entonces, Jesús no pudo hacer nada por ellos. Porque no había arrepentimiento, lo que había era una capa de hipocresía.

El apóstol Pablo, también hablando con los cristianos en Éfeso, dijo: «En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente», Efesios 4:22-23.

Es decir, para que Dios pudiera actuar en la vida de los cristianos en aquella época, Pablo decía: «Deben despojarse del viejo hombre». En otras palabras, «Quítense esos “ropajes” del hombre viejo. No es conversión si solo cambian el exterior y en el interior permanece igual».

Hay muchas personas que cambian de religión, pero en su interior siguen igual.

Dios no se impresiona por el teatro religioso.

Dios dijo: «Quitad los ornamentos». Si usted quiere ser salvo, debe dejar de ornamentar su vida con farsas y con hipocresía. Asuma su verdadera condición ante Dios. Pida misericordia. Busque el cambio desde el interior hacia afuera. De esta manera, usted tendrá la oportunidad de cambiar su vida. No sea como el pueblo de Israel al pie del monte Sinaí, antes de recibir las tablas de Moisés.

Vea el mensaje completo en el siguiente video.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso