REHÉN EN LA AV. PAULISTA: ¿POR QUÉ TAN TRANQUILA? (Ella me contó)
Delante de esta situación tan terrible, ¿cómo logró mantener la calma durante 40 minutos como rehén, con un cuchillo presionado contra su yugular? Descubra de dónde proviene toda esa tranquilidad
Esta semana, una mujer fue mantenida como rehén durante 40 minutos en la Av. Paulista, en San Pablo, con un cuchillo contra su yugular, pero lo que llamó la atención en este episodio, incluso para la prensa nacional e internacional, fue la tranquilidad con la que ella lidió con todo aquel tormento.
Yo hablé personalmente con ella y me contó la razón de su tranquilidad, incluso delante del peligro inminente: ella se había bautizado en las aguas el domingo anterior al incidente, por eso estaba en paz. Mientras la criminal mantenía el cuchillo en su cuello, en su pensamiento, ella oraba.
Es muy interesante cómo Dios permitió esta situación. Claro que Él no la causó, pero la usó para sacar a relucir el asunto del bautismo en las aguas, de la Salvación y del arrepentimiento que produce el perdón de los pecados.
Es importante que entienda que esto no es solo sobre Sandra; su historia se desarrolló curiosamente, como un ejemplo para todos los interesados. Su comportamiento, su tranquilidad, llamó la atención, porque la Palabra de Dios dice que, cuando la persona está salva y recibe el perdón de los pecados, por medio del bautismo de arrepentimiento, tiene paz con Dios. De esta manera, para ella, vivir o morir es lo mismo.
El Texto Sagrado dice:
«Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor…». Hechos 3:19
Entonces, según las Escrituras, sin arrepentimiento no hay perdón de pecados. Para que los pecados sean resueltos delante de Dios debe haber el pago de vida, porque: «… la paga del pecado es muerte…», Romanos 6:23.
Antes, en el Antiguo Testamento, para recibir el perdón de los pecados, las personas sacrificaban un animal como sustituto de ellas. Solo que quien pagaba el precio era el animal, no ellas. Jesús vino para resolver esto definitivamente. Él derramó Su sangre para pagar nuestros pecados, pero, para que este pago tenga efecto, debe creer en Él y arrepentirse.
Entonces, entienda: sin arrepentimiento no hay perdón de pecados, sin perdón no hay Salvación y sin Salvación usted estará condenado a pasar la eternidad lejos de Dios.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga Vida Eterna». Juan 3:16
Esta es la voluntad de Dios para usted. Él no tiene placer en la destrucción de nadie, por eso le da a todos la oportunidad de ser perdonados, pero le corresponde a cada uno arrepentirse y decidir creer en Él.