El mundo está asociado al valor. Muchos dicen que el tiempo es dinero. Usted trabaja durante un tiempo para recibir su sueldo, paga un determinado valor para que un médico lo atienda, incluso, una hora con un abogado le costará otro determinado valor y así sucesivamente. Todo tiene un precio. Todo lo que consume, usa o lo que lleva tiempo producir tiene un costo. Por ejemplo: cuando compra en el supermercado los alimentos listos para consumir, está adquiriendo la conveniencia de no perder tiempo criando la vaca o sembrando la fruta.

Todo tiene un precio y ese precio está asociado al tiempo invertido y/o al tiempo que eso puede durar. Por eso, hay movimientos de preservación del planeta, de la tierra y del agua potable. Hay un movimiento para preservar estos recursos, ya que no durarán para siempre. Los científicos dicen que la tierra tiene una fecha de vencimiento: un día todo acabará. Por ese motivo, es necesario cuidarla. Es decir, nosotros sabemos cuál es el valor de las cosas físicas, sin embargo, ¿cuál es el valor de lo espiritual, que es eterno?

Nada dura para siempre, excepto el alma. Jesús dijo que las personas pueden matar el cuerpo, pero no el alma. El alma es eterna, como Dios. Es necesario entender que, independientemente de quién es usted, su alma tiene un valor inestimable, es el bien más precioso, porque durará para siempre. ¿Y qué está haciendo con ese bien?

No caiga en el cuento de que después de la muerte física todo terminará. Eso contradice la Palabra de Dios. Usted es mucho más que ese cuerpo y tiene la oportunidad de definir el destino de su alma. El mundo trabaja para convencer a las personas de que la eternidad no existe y de que su vida no tiene valor. Las personas piensan que todo es pasajero y arruinan sus vidas, pero Dios les dio el debido valor a sus almas al enviar a Su hijo Jesús para salvarlas.

¿Cuánto vale su alma? El alma es suya y usted decide qué hacer con ella.