Cuando alguien solo piensa en sí mismo, se vuelve injusto, egoísta, insoportable. Y pensar en uno mismo es mucho más común de lo que parece, por una realidad de la que no podemos escapar: solo habitamos nuestros cuerpos. Solo podemos sentir nuestra piel, ver con nuestros ojos. Puedo imaginar lo que siente la otra persona, pero no puedo saberlo exactamente.

Es mucho más fácil amarnos a nosotros mismos que a los demás. Por eso el Señor nos enseñó a hacer por los demás lo que nos gustaría que hicieran por nosotros.

En el libro de Job, hubo una situación en la que él y sus amigos estaban hablando. Observe: «Entonces estos tres hombres dejaron de responder a Job porque él era justo a sus propios ojos. Pero se encendió la ira de Eliú, hijo de Baraquel buzita, de la familia de Ram. Se encendió su ira contra Job porque se justificaba delante de Dios.» Job 32:1-2.

Es decir, una persona que piensa que es más justa que Dios. ¿Cuántas personas dicen: «¿Dónde estabas, Señor, cuando Te pedí y no me respondiste?». Las personas llevan a Dios a los tribunales y piensan que son más justas que Él.

De esta manera, usted puede entender por qué le pasó todo eso a Job. Había cierto orgullo dentro de él por ser «muy correcto». Era como esa persona que siempre pensaba que tenía razón. Esto es muy común que suceda.

Usted debe comprender que ser así lo convierte en una persona egoísta, injusta e insoportable. Las personas se alejarán de usted. Ya no lo invitarán a fiestas. Job pensó que era tan justo que terminó siendo injusto (y con Dios).

Personas así piensan que todo es cómo y cuándo ellas quieren. ¿Y cuál es el antídoto para esto? Hay que pedirle a Dios humildad y practicarla.

La palabra humildad tiene su origen en humus, que es una tierra fértil hecha, básicamente, de restos de animales y plantas. En otras palabras, significa descanso, polvo, lo que queda. Es ser conscientes de que somos polvo. Cuando muramos, nos convertiremos en humus, volveremos a la tierra. Se trata de tener los pies sobre la tierra, con humildad. El mundo no se trata solo de mí. No soy el rey en el que todos deben servirme, incluso Dios. Lo mejor que puedo esperar es hacer la vida de los que me rodean más fácil con mi convivencia.

Si su existencia es verdaderamente justa, hará que los demás tengan una vida más fácil.

Piénselo y vea el mensaje completo en el video de arriba.