UNA GRAN HISTORIA DE AMOR
Una gran historia de amor y rescate que puede volverse su historia, es decir, transformar su tierra desolada en el Jardín del Edén. La decisión es únicamente suya, no solo en la teoría, sino también en la práctica
Una de las maneras de entender la Sagrada Biblia es como una gran historia de amor, de rescate. Desde el inicio de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, Dios pasa toda la historia buscando rescatar a la humanidad y hacer que el ser humano vuelva a estar en comunión con Él, vuelva al Jardín del Edén, a la convivencia pacífica, amorosa y leal que tuvo con Él durante poco tiempo, al comienzo.
«Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.» Genesis 1:28
Dios es como un padre que comienza un negocio familiar, hace crecer ese negocio, el cual se vuelve una gran empresa, y prepara a su hijo para ocupar su lugar.
Dios le dio al hombre el dominio sobre toda la tierra, sobre toda la creación, y dijo: «Mira, ahora solo debes crecer. Está todo preparado. Ahora solo debes tocar esto y desarrollarlo. Yo me quedo aquí, a la expectativa de ver lo que haces con todo lo que creé».
En otras palabras, Dios quería ver a su hijo desarrollando su potencial. Él quería sentirse orgulloso de su propio hijo. ¿No fue lo que dijo el Señor Jesús: «De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también, y aun mayores hará, porque Yo voy al Padre», Juan 14:12? Eso exalta a Dios, que Sus hijos sean exitosos.
Claro, eso no sucedió, porque el hombre no se satisfizo con ser socio administrador de la tierra, sino que quiso ser igual a Dios. La parte que Dios dijo: «no tocarás», fue exactamente la que el hombre quiso tocar.
Entonces, originalmente el plan de Dios era que domináramos para el bien, pero, en la práctica, lo que sucede actualmente es que los seres humanos se destruyen unos a otros. La tierra está en convulsión, la naturaleza lucha contra el hombre; el hombre construye, la naturaleza viene y destruye; el hombre siembra, el devorador viene y se lleva el fruto de su trabajo. Es decir, en lugar de dominar, el hombre ha sido dominado, se ha vuelto esclavo del príncipe de las tinieblas, a quien el hombre le entregó el dominio de esta tierra, el enemigo de Dios, el diablo.
Adán y Eva se equivocaron, pero no lo sabían. Nosotros lo sabemos. ¿Qué excusa tenemos para hacer el mal? Algunos casos nos prueban que hay cosas que salen mal, pero las personas van y lo hacen de nuevo. Le daré un ejemplo: ya está más que probado que la infidelidad conyugal termina mal. La mujer traiciona al hombre o el hombre traiciona a la mujer, ¿y qué sucede? Desgracias, separaciones, enojo por parte de los hijos, familias divididas, divorcios. Ya está más que comprobado que la traición no funciona, pero las personas siguen traicionando.
Tenemos la historia para analizar lo que no dio resultado. ¿Por qué lo repetiríamos? Los descendientes de Adán y Eva deberían mirar y decir: «No funcionó. En lugar de descender ladera abajo, ¿intentamos volver a lo original?».
Dios habló con el pueblo de Israel, que también vivía en esta condición caída: «Así ha dicho el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como el huerto de Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas», Ezequiel 36:33-35.
En otras palabras, después de que Dios los restaurara, los que pasaran mirarían y dirían: «Esta tierra asolada quedó como el jardín del Edén».
Dios quiere restaurar el jardín del Edén en nuestra vida. Esta es la historia de amor de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis. Dios siempre nos dice que volvamos.
«Diles, pues: Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Volveos a Mí, dice el Señor de los ejércitos, y Yo me volveré a vosotros, ha dicho el Señor de los ejércitos.» Zacarías 1:3
«… y Me buscaréis y Me hallaréis, porque Me buscaréis de todo vuestro corazón.» Jeremías 29:13
Dios siempre está enviándole invitaciones al ser humano: «Haz como Yo orienté originalmente, ponme en el centro de tu vida, así como puse aquel árbol en el centro del jardín. Si lo haces, nada te faltará».
Sin embargo, en la práctica, ¿qué quieren las personas? Quieren ensuciarse con el fruto que Dios les dijo que no comieran.
Vea el mensaje completo en el siguiente video.