thumb do blog Renato Cardoso
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USTED NUNCA DEJARÁ DE EXISTIR — ¿ya pensó en eso?

De la misma manera que todo lo que creó Dios es eterno, nuestra alma también lo es. ¿Qué está haciendo hoy para garantizar un futuro en paz con Dios?

¿Alguna vez ha reflexionado sobre el hecho de que nunca dejará de existir? Sí, todos moriremos físicamente, pero nuestra existencia continúa, porque nuestra alma es eterna.

Nuestro cuerpo tiene un plazo de caducidad. Joven o anciano, sano o enfermo, todos estamos sujetos a la muerte física. Sin embargo, nuestra alma, que es la conciencia que Dios nos dio, es inmortal. No se puede ver en exámenes médicos, porque es espiritual. Usted nunca dejará de existir, independientemente del destino que elija para su alma.

La Biblia enseña que estamos compuestos de cuerpo, alma y espíritu. El cuerpo es la parte física, el espíritu es el aliento de vida dado por Dios y el alma es nuestra conciencia eterna. Algunas personas creen que la muerte significa el fin de todo, pero eso es una ilusión. Después de la muerte física, el alma sigue uno de dos destinos: la presencia de Dios o la separación eterna de Él. Usted nunca dejará de existir, y esta elección definirá su eternidad.

Para los que eligen a Dios, la eternidad será de descanso y alegría:

«Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor…». (Apocalipsis 21:4).

Pero para los que rechazan a Dios, les espera la segunda muerte: una separación definitiva de Él. Así como la oscuridad es la ausencia de luz, el infierno es la total ausencia de Dios. Él respeta nuestra elección, pero desea que todos tengan la vida eterna:
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna». (Juan 3:16). Usted nunca dejará de existir, pero dónde pasará la eternidad depende de su decisión.

La elección que define la eternidad:

Jesús afirmó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá». (Juan 11:25).

Esto significa que, después de la muerte, nuestra alma no desaparece, sino que pasa a una nueva realidad. Sabiendo esto, debemos planificar no solo para esta vida pasajera, sino también para la eternidad.

Invertimos en pensiones, seguros y patrimonio, pero ¿qué hay de nuestra eternidad? Ignorar este destino es una insensatez. Dios nos creó a Su imagen, es decir, eternos. La ciencia confirma que la materia no desaparece, solo se transforma. De la misma manera, nuestra existencia continúa después de la muerte, pero ¿en qué condición? Eso depende de nuestra decisión aquí y ahora.

Jesús pregunta: «¿Crees esto?». (Juan 11:26). La respuesta determinará su destino eterno. La Salvación es por la fe, no por méritos. Creer y vivir conforme a esta verdad es esencial.

Vea el siguiente video y descubra cómo su elección puede cambiarlo todo.

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Colaborador

Obispo Renato Cardoso